12 mayo, 2024

Paseo de los Melancólicos: «La Seda y el Cristal»

El Atlético de Madrid a lo largo de su historia ha disfrutado de fantásticas delanteras que han levantado de sus asientos a millones de aficionados que a lo largo de los años han poblado las gradas del antiguo Metropolitano, del Vicente Calderón y también del nuevo Metropolitano. En los últimos años quién no se acuerda de Forlán y Agüero (a pesar de lo que este último terminó haciendo), de Falcao, de Villa, de Fernando Torres, que será siempre un símbolo. Un poco más atrás en el tiempo recordamos a emblemas como Paulo Futre, Manolo, Baltazar o «Polilla» Da Silva. Y antes aún José Eulogio Gárate, «Ratón» Ayala o Leivinha…

Los que tuvieron la suerte de vivir el final de la década de 1940 y el comienzo de la década de los 50 pudieron ser testigos de los éxitos propiciados por la «Delantera de Seda», primero y por la «Delantera de Cristal», poco después.

El término «Delantera de Seda» fue introducido por primera vez por el periodista deportivo José María Úbeda en el diario «Pueblo» en septiembre de 1947, con motivo del 4-1 endosado al Valencia en la Copa del Presidente de la Federación Española de Fútbol. Ese día el quinteto atacante estaba compuesto por Juncosa, Vidal, Silva, José Luis y Basabé. Otras veces el quinteto estuvo formado por Escudero, Vidal, Silva, Campos y Basabé, si bien “la delantera de seda” más popularizada estuvo compuesta por Juncosa, Vidal, Silva, Campos y Escudero, el cual sigue siendo el mayor goleador de la historia rojiblanca. Úbeda le dio tal calificativo debido al mimo y suavidad con que trataban el balón y a la suavidad de las paredes y desmarques que realizaban. Tanto que parecía que flotaban sobre el terreno de juego.

Esta delantera fue la artífice de la mayor goleada de la historia sobre el eterno rival de la capital (5-0). Dicha goleada, no obstante, no significó el título de Liga, ya que en esa temporada 1947-1948, el equipo finalizó en tercera posición.

La llegada de Helenio «El Mago» Herrera (H. H.) como entrenador revolucionaría la «Delantera de Seda«, convirtiendo al equipo en uno de los primeros exponentes de que también se podía ganar defendiendo bien y saliendo a la contra. En la temporada 1949-50, el Atlético sumó su tercer título de Liga en un trepidante partido en el Metropolitano frente al Valencia y gracias a una segunda vuelta de récord, pues finalizó en el puesto undécimo, de catorce, la primera​.

En la temporada siguiente, ganando 3-6 al Real Madrid en Chamartín con una estelar actuación de Ben Barek​ y rematando en la segunda vuelta al equipo blanco al endosarle un 4-0​, el equipo colchonero se alzó en detrimento del Sevilla con el título de campeón de Liga tras un tenso partido en el estadio de Nervión​, logrando así un nuevo bicampeonato. En aquel momento, se había convertido el Atlético en el club de fútbol más exitoso de la capital, doblando en número de Ligas conquistadas al Real Madrid.

En cuanto a su desempeño internacional, contribuyó el equipo con sus victorias en 1950, ante la Lazio y 1951, ante el Sporting de Portugal a que la Federación Española ganara la primera Copa Latina.

Para la consecución de estos títulos, destacaron en ataque jugadores como el citado Larby Ben Barek, Henry Carlsson, José Luis Pérez-Payá, José Juncosa y Adrián Escudero, que pasaron a ser conocidos como la «Delantera de Cristal«, debido a la gran cantidad de lesiones que sufrieron Ben Barek, Juncosa y Carlsson, lo que impidió verles jugar juntos en más ocasiones. Ese equipo, sin embargo, también se caracterizaba por los pocos goles que encajaba, habiendo sido su portero Marcel Domingo el menos goleado de la competición en la temporada 1948-49 y contando todavía desde la época «aviadora» con el central Alfonso Aparicio, siendo así el único jugador rojiblanco campeón de cuatro Ligas​, quien acompañado de Riera y Lozano conformó bajo el sistema de H. H. la defensa conocida como «Telón de Acero«.

Sin duda el gran icono de esta delantera fue el inolvidable jugador africano Ben Barek, «la perla negra». Uno de los más grandes, que a pesar de ello, nunca ha sido valorado en su justa medida por la historia, por el simple hecho de haber militado en el Atlético de Madrid, como a tantos les ha pasado. En 1948, cuando el Stade Français lo traspasa al Atlético de Madrid por una suma record, un periodista parisino escribió las siguientes líneas: “Venden el Arco de Triunfo o la Tour Eiffel, pero no venden Ben Barek”. Otro: “Nunca un futbolista fue más festejado por el público como Ben Barek, porque encantaba a todos, a los que piensan el fútbol y a los que sienten el fútbol, porque su estilo es extraordinariamente espectacular”. El Diario MARCA tituló lo siguiente sobre Larbi: “un fenómeno, sin truco, con prodigiosa clase, con un toque de balón maravilloso, con una inteligente y soberbia concepción del juego”.

Por desavenencias con la directiva del Atlético de Madrid, en diciembre de 1953, abandonó la disciplina del equipo a mitad de temporada y regresó al Olympique de Marsella, donde permaneció dos años.

Ben Barek continúa su carrera en Argelia, en las filas del Union Sportive Musulmane Bel-Abbès, y tras dos breves experiencias en Marruecos, en el Stade Marocaine y en el Fath Union Sport de Rabat, en 1957 cuelga las botas. Con el fin del Protectorado francés y la consiguiente independencia de Marruecos, Ben Barek se convirtió en el primer seleccionador nacional de Marruecos.

A lo largo de su vida, siempre se sobrepuso a las adversidades, refugiándose en el fútbol, su gran pasión. El propio Pelé afirmó en una entrevista al ser preguntado por Ben Barek: “Si yo soy el rey, él es el dios del fútbol”. De haber existido la televisión hubiera sido una estrella mundial.

Larbi Ben Barek falleció en 1992, en Casablanca, donde descansan sus restos en el cementerio de los mártires. En su lápida se puede leer: “El difunto ‘El Haj’ (se denomina así a las personas que viajaron a La Meca) Larbi Ben Barek, La Perla Negra. Que Dios le guarde en su misericordia”.

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