28 abril, 2024

Contracrónica: «La normalidad de puntuar en el Bernabéu»

Empate sin goles del Atleti ante el Real Madrid y sexta visita consecutiva al Bernabéu sin conocer la derrota.

Hubo un tiempo, no tan lejano, en que ir al Bernabéu era sinónimo de salir humillado y con el rabo entre las piernas. Eran tiempos de mofa los lunes en la oficina, en el colegio, en el instituto o en la universidad. Eran tiempos de falsa condescendencia y paternalismo de ellos hacia nosotros. A quién no le han dicho aquello de «a mí el Atleti me cae muy bien; yo quiero que gane el Atleti siempre; el Atleti es mi segundo equipo», y cosas por el estilo. Eran tiempos de «se busca rival digno», de un Atleti que no era el Atleti, sino un equipo pusilánime que en 14 años no fue capaz de ganarles ni en el Calderón ni en el Bernabéu, ni en Liga ni en Copa ni en el trofeo de Navidad. Seguramente a día hoy no escuchen ninguna de aquellas frases.

Todo eso cambió un 17 de mayo de 2013. En una final de Copa. En el Bernabéu. Y por supuesto, con Simeone en el banquillo. Desde entonces, todas las visitas a aquel campo maldito pasaron de ser objeto de mofa los lunes para convertirse en motivo de orgullo. Victorias y empates jalonan el camino del Atlético de Madrid en el campo del eterno rival en Liga desde aquella fecha y creo que no somos conscientes del valor de tal hazaña por la cotidianidad del éxito que el Cholo y sus jugadores han instalado en la entidad y en el aficionado.

Foto: Atlético De Madrid

Anoche hubo dos partes bien diferenciadas en este nuevo capítulo de las visitas al Bernabéu. Dos partes que ponen de manifiesto la conjunción del nuevo Atleti que quiere Simeone y el Atleti de siempre. El Atleti que juega el balón desde atrás y trata de buscar el vértigo en tres cuartos de campo y el solidario en todas sus líneas que repliega y aprieta los dientes cuando es necesario ante rivales de envergadura. Cualquier evolución en el juego nunca saldrá bien sin ese equipo en el que cada jugador es capaz de morir por el compañero. Tan necesario es respetar la identidad como reinventarse y progresar como equipo. Así, en la primera parte vimos a un equipo que maniató a su rival y que buscó siempre su yugular. Preciso y vertical empujado por Rodri y Koke, ambos desatados en la medular. Solamente la falta de puntería de Costa y Griezmann, además del flagrante lavado de manos del equipo arbitral en la jugada de la mano de Casemiro, impidieron al Atleti marcharse al descanso por delante en el marcador. Parece mentira la falta de criterio a la hora de revisar las jugadas a través del VAR en la Liga española, después de la experiencia que hemos vivido este verano en el Mundial… Con la prepotencia hemos topado…

La segunda parte tocó arrimar el hombro y replegarse. La asociación de Ceballos y Asensio por la banda de Juanfran, le puso al de Crevillente en apuro constante. Aquí emergió la figura de Giménez, multiplicado en la ayuda a Juanfran ante los desajustes de Lemar primero y de Correa después por ese costado. No quedó ahí la cosa en cuanto a Giménez. También se multiplicó en el juego aéreo y se comió a Asensio cuando se marchaba hacia la portería solo después de un error claro de Godín. Pocas dudas caben sobre la titularidad del Comandante en el centro de la defensa.

La entrada de Thomas ayudó enormemente a recuperar el control del juego y de la pelota. A partir de ese momento, el Madrid ya no llegó con tanta facilidad y el equipo se pudo estirar hacia campo contrario. Aún hubo tiempo para que Ramos viera la segunda tarjeta amarilla por un codazo a Kalinic, pero, por supuesto, esto último no se dio. Cosas del VAR.

En definitiva, otro derbi en el Bernabéu rascando puntos. El sexto consecutivo. Ay, Cholo, bendita normalidad.

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