14 mayo, 2024

El partido fue como suelen ser los partidos de entreguerras: incómodos. Y lo son especialmente cuando en la Liga ya no te juegas nada más que la honrilla de ser segundo y además tienes enfrente a un equipo tan bien trabajado como el Betis. No es Setién santo de mi devoción después de las andanadas gratuitas que ha soltado por la boca con Simeone como objetivo, pero hay que reconocerle lo que está haciendo con un equipo que hasta hace no mucho era una mera mediocridad. Ha tenido momentos difíciles. No obstante, ha sido capaz de hacer autocrítica y de conseguir mejorar a su equipo ahí donde debía. Ahora el Betis no solamente juega y toca muy bien, sino que es un equipo sólido. Y su entrenador no ha caído en lo que otros muchos de su condición hicieron, con tal de ser queridos y adulados por la prensa, antes de ser devorados por su propio personaje.

FOTO: LaLiga
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Decía que estos partidos son incómodos. Éste lo era por varias circunstancias. Dada la consabida cortedad de la plantilla, no cabía otra que dosificar minutos. El que las rotaciones fueran de lleno contra lo que Luis Aragonés llamaba el «pasillo de seguridad» de un equipo (Godín, Koke y Griezmann) dejaba a las claras que para Simeone la prioridad estaba en la batalla de este jueves. También hubo momento para experimentos. En algunas fases del encuentro, el Cholo dispuso una defensa de tres con Juanfran y Saúl abiertos por banda. Tampoco hubo mucha insistencia. Enseguida volvió el 4-4-2. En cualquier caso, no hubo fluidez en ningún momento. Se fueron repitiendo las mismas taras demostradas en los últimos partidos fuera de casa: mucha lentitud en la circulación y en las transiciones defensa-ataque, imprecisiones en los pases y poca llegada. Las salidas de Koke y Griezmann tampoco mejoraron el panorama. Así y todo, aunque pocas, hubo ocasiones lo suficientemente claras para ganar. Un balón sacado en la línea de gol a Torres, un tremendo zapatazo de Saúl a la cruceta o un remate fallido en boca de gol de Vitolo pudieron haber significado perfectamente los 3 puntos, como tantas veces ha ocurrido en partidos similares. También se pudo haber perdido si el Betis hubiera tenido un poco más de pólvora arriba. Al final, se empató. Quizá haya sido lo más justo.

Por cierto, no quisiera terminar sin que alguien me explicara a qué se debió la atronadora ovación que recibió Joaquín al entrar en el campo en los últimos 15 minutos. Vaya por delante, que no tengo absolutamente nada en contra de él. Es más me parece un tipo muy simpático y demás, pero que yo sepa, Joaquín no le ha dado nada al Atlético de Madrid ni ha marcado el único gol en la final de un mundial. A Koke o a Griezmann se les pita por contemporizar un balón. A Mario Suárez, que tanto ha dado por esta camiseta, se le llama de todo por no sé sabe muy bien qué… pero a Joaquín se le vitorea. Será que el raro soy yo…

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