13 mayo, 2024

Define la RAE el harakiri como una forma de suicidio ritual, practicado en el Japón por razones de honor o por orden superior, consistente en abrirse el vientre. Puede decirse que tal definición encaja perfectamente en lo que el Atleti hizo anoche en la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey ante el Sevilla después de conseguir lo más difícil, que fue adelantarse con 1-0 a poco menos de 20 minutos del final.

FOTO: LaLiga
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Vayamos por partes, empezando por la más populista, ventajista o como quieran llamarle, aún a riesgo de sacar sobresaliente en primero de cuñadismo. Y es que una de las cosas que menos entiendo del fútbol moderno (aparte de los ridículos minutos de silencio actuales, que ni son minutos ni son de silencio) es la tendencia recurrente, en la mayoría de equipos, a jugar la Copa con el portero suplente. En el caso del Atleti, ello es especialmente sangrante cuando el portero titular se llama Jan Oblak y se encuentra entre los tres mejores del mundo (por no decir el mejor). Pero es que es aún más sangrante cuando tu equipo basa su fortaleza en el rigor defensivo, cuando pregonas a los cuatro vientos que quieres ganar la Copa y más aún cuando ya has sido eliminado de Champions. Jugar sin el esloveno es simple y llanamente dar una ventaja enorme a tu rival. Entiendo que el Cholo se lo haya podido prometer a Moyá, que es un profesional de los pies a la cabeza, que nunca ha tenido un mal gesto ni una mala palabra y que es uno de valores de ese vestuario. Estoy de acuerdo que la gestión del grupo obligue a que no te puedas saltar los códigos no escritos de un vestuario. Sin embargo, recordemos que cuando se ganó esta competición en 2013 el portero que la jugó se llamaba Courtois, que a pocos minutos de terminar la final, ya con el marcador a favor, le sacó un balón imposible a quemarropa a Özil. Detalles que marcan la diferencia. Nadie se imagina al Barça renunciando a jugar sin Messi por el simple hecho de tratarse de la Copa. Ahora llámenme ventajista y cuñado. Abro paraguas.

Una empezado, sigamos. El medio campo anoche fue un absoluto desastre. Tanto Koke, como Gabi y Saúl no tuvieron su noche. Actitud no faltó. Trabajo incesante, tampoco. Pero no les salió nada. Muchas pérdidas e imprecisiones que no permitieron coger ritmo en ningún momento. Otra cosa es lo de Griezmann, totalmente desaparecido. Dedicado únicamente a corretear como un inocente cervatillo por el césped, sin aportar absolutamente nada en cuanto a trabajo ni en la producción ofensiva del equipo. Nunca su sustitución fue tan merecida. Así las cosas, el equipo se sostuvo gracias a Diego Costa. Jaime Latre también vio que era demasiada ventaja jugar con él. Por ello, decidió anularle un gol legal y permitir todo tipo de agarrones. Fue como cuando en el colegio jugábamos con el repetidor de turno. Como era demasiada ventaja el equipo contrario alineaba a uno más para compensar o se le daba un gol de ventaja. Aún así, estuvo más asistido por un incisivo Correa en la segunda parte y fue capaz de cazar un balón suelto para hacer el 1-0 de un fuerte zurdazo antes de que el cielo cayera sobre nuestras cabezas en el momento más insospechado. El primero que no lo esperaba fue el Sevilla, que durante la segunda parte no quiso asomarse al área, hasta que una desconexión de Carrasco propició el contragolpe que acabó como acabó, y antes de que una cadena de errores en una jugada sevillista que no llevaba a ninguna parte acabara en el 1-2. Ahora toca ganar en el Pizjuán la eliminatoria que se ha perdido en el Metropolitano. En honor a Panadero. Manías modernas mediante. Con el vientre abierto…

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