14 mayo, 2024

Fueron varias las lecciones que se impartieron anoche en el Metropolitano. La primera, de saber estar. No ha faltado quien ha querido hacer ver lo que nunca pasó aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. Hubo más banderas españolas de las que suele haber en un Atleti – Barça, sí, pero ahí quedó la cosa y ya está. Incluso apareció alguna que otra senyera en el fondo sur. Ni cánticos ofensivos ni faltas de respeto ni problema alguno para todo el que fue con una camiseta del Barça al estadio y celebró su gol. Fue toda una lección de respeto y de comportamiento que desde algún sector periodístico se ha intentado dar la vuelta con intereses manipulatorios y propagandísticos. Mis respetos para ellos desde estas líneas, y para Luis Suárez también, a ver si se les pega algo al uno y a los otros.

FOTO: atleticodemadrid.com
FOTO: atleticodemadrid.com

Lección número dos. La futbolística una vez más de Diego Pablo Simeone. Podría discutírsele algún cambio, pero cuando uno ve cómo está a punto de ganarle un partido a todo un Barça con una plantilla lastrada por la sanción de la FIFA, ratificada por el TAS este verano, y de la que forman parte sujetos como Gaitán, Gameiro (sin minutos una vez más) y Vietto (ayer ni convocado), como recambios, uno no puede sino quitarse el sombrero ante tamaño ejercicio de funambulismo por su parte. Aún así, ellos saben que son carne de mercado invernal y las numerosas oportunidades de que están gozando, especialmente en el caso de Gaitán, no están sirviendo en absoluto para sujetar al equipo cuando el cansancio físico empieza a hacer mella en las segundas partes. Anoche el argentino se escaqueó clamorosamente a la hora de tapar el centro de Sergi Roberto que significó el gol del empate, como se escaqueó ante el Chelsea en la jugada que precedió la falta que acabó con el segundo gol sobre la bocina.

Simeone vio rápidamente que la banda derecha del Barça hacía aguas con Semedo y provocó constantes situaciones de superioridad contra él con Saúl, Carrasco y Filipe.

Ayer, cuando más se necesitaba de oxígeno y de alguien que aguantara el balón y estirara al equipo, la salida de Carrasco y la entrada de Gaitán lo empequeñecieron y encogieron más con el paso de los minutos. Thomas ayudó con su entrada, pero las vías de agua ante el empuje culé se hacían más y más grandes, a pesar de unos colosales Godín, Savic y, como no, Oblak, manteniendo al equipo en pie una vez más. Mención especial también al esfuerzo de Saúl, siendo la primera línea de choque contra Messi durante todo el partido y echándose el equipo a la espalda en labores ofensivas, culminadas con un fantástico derechazo desde fuera del área en el 1-0.

Conclusión, seguimos rezando para que llegue enero y con él a Diego Costa y Vitolo, como mínimo. A partir de ahí, jugaremos a lo que Simeone quiere jugar de verdad, sin parches ni remiendos de temporada. Mientras tanto toca sufrir y agarrarse con las uñas a la competición. Lo primero el Qarabag el miércoles. Se impone una nueva lección.  De supervivencia.

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