13 mayo, 2024

Hay cosas que en el día a día aceptamos como parte de nuestra rutina sin cuestionarnos nada al respecto. Que el sol no es lo único que se levanta por la mañana, que me voy a dejar una pasta en aire acondicionado y que existen las libertades de información y de opinión. Cualquiera puede escribir un blog (ejemplo claro es quien esto les escribe) y hacerlo pasar por noticia o por opinión. En su derecho está. Cualquiera puede grabar un podcast y publicarlo, plataformas hay de sobra para esto. Pero el hecho de hacerlo nos expone a la crítica más furibunda e irracional de internet. Aceptar comentarios de todo tipo y hacer caso omiso a los no constructivos es la receta para una vida sana.

Sin embargo, con frecuencia se nos olvida quién hay al otro lado, qué espera de nosotros, qué quiere. Nuestras promesas llenan sus expectativas, y esperan que las cumplas. Y es aquí donde radica el principal elemento de diferencias entre quien publica y quien lee. Si uno promete información, la persona al otro lado de la pantalla espera datos contrastados. Es decir, que bien se haya hecho oficial y se informe de ello, o bien siendo oficioso que uno haya preguntado a todas las partes y no actúe como mero altavoz de una de ellas. Si uno promete opinión debe ofrecer las ideas y pensamientos que tenga en cuanto a un hecho. Pero si uno mezcla ambas cosas y dice informar a la gente es cuando llegan los malentendidos. Esto nos lleva directamente a la infopinión. No se puede ser objetivo si se ofrecen ambas cosas. Es más, diría que la objetividad no es algo que se pueda exigir, no así con la honestidad. Uno no es honesto con quien consume tu trabajo si le dice que le da información veraz y al final es sólo una portavocía y ni siquiera se cumple. Uno no es honesto si quien dice ofrecer información lo que está haciendo es opinar.

En la edad millenial, en el mundo colchonero han surgido numerosos medios amateurs que de forma gratuita ofrecen una alternativa para la afición colchonera (y este portal es también ejemplo de ello). De entre estos, existen medios que dicen ser distintos siendo exactamente iguales a los generalistas. Que dicen no querer nada en contraprestación pero reciben el colegueo de la complicidad en retorno. Dime con quién andas y te diré quién eres, si uno se junta con estafadores es posible que esté estafando a sus oyentes/lectores. En este verano en el que el Atleti no puede fichar los portavoces del club han corrido a izar la bandera de la información y la veracidad, sacando pecho de aciertos y olvidando los errores. Gente que habla de sí mismos para hablar del club. Que esperan medallas por algo que dicen hacer de buen gusto. Que adoctrinan sobre si se es mejor o peor colchonero por tener una opinión distinta. Que jalean cualquier cosa que venga del Club y no admiten que se realicen críticas. De postre se atreven a opinar sobre otros medios entrando en el «y tu más». Estos medios tiene reconocida la libertad de información y de opinión, pero han optado por la tercera vía la infopinión. Y ante la crítica de quienes no comulgamos con esta manera de hacer las cosas deciden echarse las manos a la cabeza. Peor para su salud.

Ante el aluvión de rumores, de desinformaciones y de intereses de agentes y clubes, lo recomendable es no creerse nada hasta que lo vean con sus propios ojos. Recelen de quien afirma las cosas con rotundidad. Con una prohibición de no inscripción difícilmente se podrá hacer oficial cualquier fichaje si la lupa de la FIFA está sobre las oficinas rojiblancas.

Deja una respuesta