Bajo el Madroño: «Comparaciones odiosas»

El moreno de la piel, el tamaño de las casas, nuestros sueldos, lo buena que está una cerveza en relación con otra. Casi todo lo comparable lo miramos desde la óptica de una posición determinada y nos aseguramos lo bien que estamos en relación con otras personas o lo mal que estamos en perspectiva con otras. Comparar es natural, lo hacemos a diario, la mayoría de las veces inconscientemente. Por eso es imposible que ante los adioses de esta semana de tres jugadores del Atlético de Madrid no comparemos la forma en la que se marchan. Muchas veces decimos que hay situaciones incomparables, en este caso resulta odioso hacerlo.

Emocionado, con el corazón teñido de rojo y blanco

Diego Godín, se marcha por una absurda política de renovaciones y fichajes. Se va por no recibir un trato que merece justo con su situación. Buscando una estabilidad en el tiempo que su equipo no quiere ofrecerle. Se va con dolor en el corazón. Lo anuncia a tiempo de poder despedirse de los suyos sobre el verde. Emocionado, con el corazón teñido de rojo y blanco se marcha a Italia donde sí están dispuesto a ofrecerle todo lo que pide.

Agradecido, discreto, entregado

Juanfran Torres, todavía no ha dicho que se marcha pero parece tener claro que ya no seguirá la temporada que viene. No ha dicho nada por no eclipsar la despedida de Godín. Un tipo que ha aceptado año a año su renovación por número de partidos jugados. Que nunca ha alzado la voz. Ni una queja. Sin preguntarse qué podía hacer el Atleti por él, sino qué podía hacer él por el Atleti. Sus lágrimas de alegría o tristeza siempre han representado a la afición, una afición que muchas veces le ha maltratado, tachado de cojo, de exfutbolista. Lamentable actitud para todo un caballero. Y sin embargo, ha mantenido el tipo porque él no sabe ser de otra forma. Agradecido, discreto, entregado.

Cutre, infantil y egocéntrico hasta el final

Y por último Griezmann. Un jugador top 5 en el mundo. Determinante cuando le da la gana. Que lleva dos años decidiendo jugar a partir de enero. Que ha montado numeritos de todos los colores. Diciendo que el equipo iba a pelear por no descender por dos malos partidos. Que ha jugado con su marcha del equipo dos veranos consecutivos. Que ha dicho en público que el equipo que le pagaba no era una prioridad para su futuro. Que montó un infame documental con el que se rió a gusto de todo el mundo. Que le gusta ser el centro de atención a cualquier precio. Que tuvo una enorme subida de sueldo convirtiéndose en uno de los jugadores mejor pagados del planeta, que con esa subida sólo admitió (y el club consintió) una subida de cláusula por plazo de 11 meses pero con bajada a partir de julio de este año. Y que a pesar de ser nombrado como uno de los capitanes del equipo, ha decidido anunciar que se marcha por un vídeo en twitter. Cutre, infantil y egocéntrico hasta el final.

«Tener una marca de goles, una placa junto a gente como Hugo Sánchez o Agüero, y algún título no te convierte en leyenda. Eso lo hace el cariño de la gente»

La pérdida en el ámbito deportivo es innegociable. La económica es cuestionable. Y la emocional es indiferente. La indiferencia es mucho peor que el odio, de la gente que odias te acuerdas, de la que te es indiferente te olvidas. Hemos vivido con tantas faltas de respeto estos dos últimos años que una más sólo añade grosor al callo. Dijo querer ser leyenda del club, pero lo cierto es que tener una marca de goles, una placa junto a gente como Hugo Sánchez o Agüero, y algún título no te convierte en leyenda. Eso lo hace el cariño de la gente. Algo que perdió hace tiempo y que ayer se ha hizo patente de forma general. Tanta paz lleves como descanso dejas. Toca reinventarse para no notar su falta en lo deportivo.

Tres despedidas, tres formas distintas de hacer las cosas, y tres sentimientos distintos. Otra vez comparamos, y vemos a leyendas junto a personas vulgares. Una comparación que es odiosa, porque ni Godín, ni Juanfran merecen lo mismo que Griezmann.