20 abril, 2024

Vaya por delante que esta derrota no debe cambiar la clara línea ascendente que este equipo ha experimentado desde que comenzara el mes de febrero. Y no lo debe hacer por dos razones. En primer lugar, porque el Atleti superó claramente a su rival durante la mayor parte de los noventa minutos. Una vez más de las tres en las que se han enfrentado este mes. Y en segundo lugar, porque, contrariamente a lo que ha ocurrido durante la primera vuelta, este equipo ya es plenamente reconocible y ha superado definitivamente las dudas que ha producido la transición de lo que era a lo que se está convirtiendo.

Foto: atleticodemadrid.com
Foto: atleticodemadrid.com

Lamentablemente, en este camino aún queda por terminar de superar lo que está siendo el principal hándicap en esta temporada: la falta de contundencia en las áreas. Porque este y no otro fue el motivo por el que los tres puntos no se quedaron a orillas del Manzanares. Los males que parecían olvidados estos tres últimos partidos (11 goles a favor), volvieron a repetirse ayer, y, cuando enfrente tienes al Barça, eso suele ser letal.

Y eso que el Barça también está experimentando una transición. El equipo excelso y virtuoso que vimos no hace mucho, está mutando en algo que ellos mismos denostaban y despreciaban no hace mucho, al mismo tiempo que enarbolaban la bandera de los valors. Fue el peor Barça que se recuerda en el Calderón. Fiado única y exclusivamente a la genialidad de los tres de arriba y sin ningún atisbo de aproximación al significado del concepto construcción desde el mediocampo. No es extraño pensar, pues, que se llevaran el partido como se lo llevaron: percutiendo a base de segundas, terceras y hasta cuartas jugadas que extrañamente no se acertaban a despejar desde la defensa del rojiblanca. Y nadie debería echar en cara a nadie ganar así. Porque es legítimo. Sin embargo ellos se han pasado la vida dogmatizando sobre cómo había que ganar y cómo te tenías que enfrentar a ellos. Parece ser que ahora ya no hay una Verdad Única.

Hablaba antes de la contundencia en las áreas y de los tres últimos partidos. Me he expresado mal. La contundencia que se había recuperado era en el área ajena. La del área propia había quedado oculta bajo el manto de goles reciente a Celta, Sporting y Bayer. Urge reservar una parte de cada entrenamiento (junto a los penaltis) a realizar los despejes como Dios manda. Ya se sabe fuerte y hacia un lado, nunca al centro.

¿Creían que me iba a olvidar de Mateu? Cómo podría… Con lo que se gusta a sí mismo… Seguro que ni ayer ni hoy ni en los próximos días escucharán nada del arbitraje del favorito de Mourinho, dado que no hubo jugadas comprometidas en las áreas ni expulsiones, pero lo cierto es que el árbitro favorito de las cámaras a nivel nacional e internacional completó un trabajo a la altura de lo que le exigen sus jefes. Nacionales, por supuesto, porque los internacionales aún se echan las manos a la cabeza después del City-Mónaco de la semana pasada. Ayer Mateu sacó una vez más el catálogo completo de cómo complacer a quien hay que complacer. ¿Que uno de verde cae fulminado? falta y tarjeta inmediata. ¿Que el Atleti monta una contra? A cortarla con otra faltita. ¿Que Neymar simula? Amenazo a Gabi. ¿Que el Barça corta una contra con falta? Pero si he dado la ley de la ventaja… ¿Que Piqué no saca de banda y pierde tiempo escandalosamente? Yo me quedo aquí hablando con Messi y me echo unas risas con él, que esto le mola mucho a mis jefes y luego queda muy bien cuando lo veo el lunes en El Día Después. Y ante todo y sobre todo, siempre en caso de duda, tarjeta a Gabi. Eso nunca falla. Ese es el nivel del arbitraje español. El que se premia. El reflejo de la mejor Liga del mundo y de todo lo que le rodea. Al final todo se resume en que uno sabe muy bien lo que tiene que hacer para gustarle a su jefe y promocionar.

En definitiva, toca seguir remando, y mucho, para mantener como mínimo la cuarta plaza, más por los errores de la primera vuelta que por lo de ayer. En lo positivo, el equipo sigue en una buena línea que hay que mantener. Ya no hay dudas en que el equipo debe mirar más a la portería contraria porque tiene las herramientas para ello, sin perder la ferocidad que le caracteriza.

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