Me hubiera gustado escribir esto en otras circunstancias pero la vida es caprichosa e injusta como el fútbol. Hacía mucho que no lloraba de forma tan desconsolada, hacía mucho que no me sentía tan frustrada y lo más importante, hacía mucho tiempo que no me sentía tan orgullosa por algo. Así debemos sentirnos todos los atléticos, las personas más orgullosas del planeta. Tras finalizar la final, ver a mis hermanos llorar como si no hubiese un mañana y ver la cara de mi padre de frustración lo único que me apetecía era llorar sola mientras recordaba los momentos más bonitos que he vivido con la rojiblanca y me di cuenta de que llorando sola no iba a ninguna parte.Tenía que levantar la cabeza y desde mi casa a miles de kilómetros de Milán apoyar a mi equipo del alma. Puse el himno del Atleti lo más alto que pude y mientras mis lágrimas empapaban el escudo del Atleti, cantaba la canción más bonita del mundo. Os preguntaréis que por qué os cuento esto y tiene fácil respuesta porque ésta es mi historia y estoy segura que todos los que estáis leyendo estas palabras tenéis vuestra propia historia y cada una de esas experiencias conforman la historia del Atlético de Madrid.
Ser del Atleti conlleva dos cosas sufrir y estar loco. Sí, como lo leen, si eres del Atleti estás loco, loco por un equipo, por unos colores, por unos jugadores que mueren por el Atleti, loco por una afición que para mí es mi segunda familia la cuál cada día me hace sentirme más orgullosa de este loco equipo y loco por Simeone. Simeone me has cambiado la vida y no exagero porque con tu filosofía me has hecho ver las cosas de forma diferente, afrontar la vida desde el trabajo, tener presente que eres dueño de tus sueños y que sin sacrificio y responsabilidad no puedes llegar al éxito.
Yo no elegí ser del Atleti, yo nací del Atleti y por ello le doy gracias a la caprichosa vida. Ahora son momentos difíciles para los atléticos pero no es un fracaso, no debemos hablar de fracaso por no haber podido alzarnos con la Champions ya que nuestro equipo hizo todo lo posible por conseguirlo porque cada uno de los jugadores se dejó el alma en el partido. Ahora toca sanar la herida que parecía haber cicatrizado pero que ha vuelto a abrirse de una forma quizás más cruel que la anterior. Y para sanar esa herida hay que pensar y reflexionar, aprender de los errores porque para avanzar al siguiente capítulo de esta historia primero hay que superar el último.
Solo quiero deciros una cosa atléticos, no sé cuando volveremos a jugar una final de Champions pero lo que si que sé es que sufrir por estos colores es una de las cosas más bonitas y locas de esta vida así que, Bendita locura Atléticos.