Fuera de la Champions League y de la Copa del Rey a finales de enero, al Atlético de Madrid le queda asegurar una plaza en la próxima edición de la Liga de Campeones y llegar lo más lejos posible en la Uefa Europa League. Desde el 1 de junio de 2017 se podía prever que la temporada 2017/2018 podía ser una de las temporadas más complicadas (si no la que más) desde que Diego Pablo Simeone se hiciera cargo del Atlético de Madrid allá a finales de 2011. Ese día se hizo oficial la sanción de la FIFA, ratificada por el TAS, de no poder inscribir jugadores en el mercado estival del pasado año. Un auténtico jarro de agua fría para todos los aficionados rojiblancos, plantilla, cuerpo técnico y directiva. El equipo necesitaba más que nunca un lavado de cara debido a la avanzada edad que tenían algunos de los pesos pesados del equipo, caso de Juanfran, Godín, Filipe Luis o Gabi, entre otros.
Se fichó a Vitolo con muchísimos apuros, en un auténtico tira y afloja entre Atlético y Sevilla. Incluso, de un momento a otro, parecía que el conjunto hispalense lo retendría con un aumento de sueldo y de claúsula de rescisión pero la irrupción de Simeone lo cambió todo. El argentino convenció al canario mediante vía telefónica y el internacional por España estaría cedido en Las Palmas hasta enero de 2018. El otro objetivo del verano, Diego Costa, también firmó por el Atlético aunque en un caso similar al de Vitolo, el Chelsea no cedió ni un ápice. Hasta septiembre no se hizo oficial el traspaso del ariete hispano-brasileño.
Otro factor que ha podido influir en el rendimiento del equipo, especialmente, en los primeros partidos, fue el cambio de estadio. Nunca es fácil un traslado y menos en un equipo tan sentimental como el cuadro colchonero. El aura y la magia del Vicente Calderón aún perduraba (y perdura) por las mentes de todos los aficionados que les costaba adaptarse a un coliseo tan tecnológico como el Wanda Metropolitano. Eso también se podía apreciar en los jugadores, algo inseguros en el terreno del juego debido a la mayor amplitud del verde con respecto a las medidas del antiguo estadio. Poco a poco, se va completando esa adaptación.
En lo que respecta al plano deportivo, la temporada comenzó con altibajos. Tras un empate sufrido en Girona en el primer partido liguero, el Atlético ganó con autoridad en Las Palmas pero, posteriormente algunos empates contra Valencia, Barcelona, Leganés y Villarreal lo alejaron del conjunto blaugrana a 10 puntos. Mientras, en Champions, un empate en la primera jornada de la fase de grupos en Roma frente al conjunto giallorosso torció su andadura en la máxima competición continental, ya que posteriormente, una derrota en los últimos instantes frente al Chelsea en el Wanda Metropolitano y dos dolorosos empates frente al Qarabag dejaban muy tocado al Atleti a las primeras de cambio.
En los dos últimos meses de 2017, el equipo dirigido por Diego Pablo Simeone reaccionó en Liga, colocándose a 6 puntos del Barça en la pelea por el título, y en Champions, aunque demasiado tarde, ya que la victoria frente al Roma en casa y el empate ante el Chelsea en Stamford Bridge no servían de nada a un Atlético que se quedaba fuera de la máxima competición continental e iba abocado a jugar la Europa League. Desgraciadamente, en el torneo doméstico, sufrió un duro revés y caía en Cornellá frente al Espanyol en el último partido de Liga, alejándose a 9 puntos del liderato antes de la entrada en liza de Diego Costa y Vitolo en el equipo.

Todo eran alegrías en el seno rojiblanco. La llegada del hispano-brasileño y del canario había insuflado una dosis de optimismo a un Atlético que se sentía muy fuerte, hasta que llegó el Sevilla en la Copa del Rey. Tras tener encauzado el partido de ida de la eliminatoria frente al equipo dirigido por Vincenzo Montella con un gol maravilloso de Diego Costa, una desafortunada jugada en la que Moyá se introducía un balón que no tenía demasiado peligro en su propia portería desataría la caja de truenos en el Metropolitano, ya que posteriormente, Joaquín Correa encarrilaría la eliminatoria a favor del conjunto andaluz en la ida de esa infausta eliminatoria. Tres días después, el Atlético se atascó y se dejó dos puntos de oro frente al Girona en Liga, lo que no ayudó a despejar las dudas surgidas en Copa. Además, el conjunto madrileño veía cómo Diego Costa se rompía muscularmente, lo que ponía más cuesta arriba aún esa eliminatoria de Copa de cara al partido de vuelta. En ese segundo “round”, el Sevilla noquearía aún más a un Atlético realmente apático y escaso de ideas, que veía como la vida seguía siendo muy dura con él poco tiempo después de quedarse fuera de la Champions.
La última victoria frente a Las Palmas parece aliviar las penas, sobre todo, cuando se vio al mejor Vitolo, asociativo y participativo en las jugadas de peligro del conjunto rojiblanco. El domingo espera el Valencia en el Wanda Metropolitano, el inmediato perseguidor de los de Simeone en el certamen doméstico. Una victoria del Atleti dejaría al cuadro ché a nueve puntos en Liga habiendo transcurrido apenas 22 jornadas de campeonato, lo que acercaría mucho su clasificación para la próxima Champions.
Además, significaría una gran dosis de optimismo de cara a la Europa League donde la eliminatoria ante el Copenhague está a la vuelta de la esquina. La segunda competición continental ha dado muchas alegrías al Atlético y ganarla sería positivo para un equipo que ha vivido en una montaña rusa desde que echara a rodar el balón en el mes de agosto y de cara a una próxima temporada donde esta vez sí se podrán llevar a cabo esos cambios tan anhelados en la plantilla que la sanción FIFA impidió el año pasado.