OPINIÓN. Ya ha pasado tiempo desde que se inauguró el nuevo estadio del Club Atlético de Madrid S.A.D. y los que hemos acudido como los que no, podemos evaluar lo que ofrece o no la que se supone que tiene ser la nueva casa de los aficionados rojiblancos y por lo que parece de los turistas que vienen a la ciudad de Madrid.
Algunos jugadores, como parte del cuerpo técnico, han alegado que todavía no es lo mismo que el Calderón pero que poco a poco se irá pareciendo. Es una evidencia que todo es muy distinto por diferentes circunstancias. En lo arquitectónico es un estadio muy bonito por dentro, puede impresionar la primera vez, pero de cuestionado aspecto futbolero por su forma, al estar construido para un supuesto campo olímpico. Pero bueno, hay que reconocer que espectacular es. Para mí, lo único positivo que tiene. Por fuera es todo lo contrario: feo, aburrido, pausado, desértico e incómodo. Un gran cambio para el negocio de los food tracks.

Ahora empecemos hablar de lo que afecta directamente a la esencia del Atleti. Es un campo lleno de gente nueva, acomodada. De gente que va a sentarse como si fuera a ver el teatro. De gente que te echa en cara que animes y te levantes a alentar a los tuyos. Un campo que solo despliega pasión cuando miras al fondo sur o algún sector que otro de los laterales. Mejor no centrarnos en el fondo norte… ese fondo que es más una prolongación del Bernabéu por la cantidad de piperos que se encuentran acumulados en pocos metros cuadrados. Hay que destacar la pérdida de los tifos típicos del Manzanares, que marcaban esencia colchonera por la disposición de las gradas. Otro acierto. Si entramos a comparar las previas que se ejecutaban en el mítico callejón del Calderón con las que se realizan en el páramo de San Blas, podemos encontrar mil y una diferencias. Pero bueno, como dicen, las comparaciones son odiosas pero a la vez necesarias para vislumbrar la realidad evidente. Solo hay que haber ido para encontrarlas. El cambio de barrio tampoco ha sido lo más acertado. Dejar atrás una zona muy colchonera a una muy madridista no es una gran avance, por eso mismo acuden muchos de ellos al campo, cosa que puede llegar afectar mucho en el ambiente. La última vez que acudí al estadio tenía debajo a dos muchachos del Madrid, a la derecha a una mujer también madridista y detrás a unos turistas que querían ver el campo y se identificaban con el club blanco. Todos muy majos sí, pero de esencia atlética poquita… Con lo que hay, va ser difícil que este campo tenga ni un 5% del alma que tenía el templo. Bendito templo.
Esto me produce una morriña de Calderón que aumenta por jornadas disputadas como local. Siento la necesidad de volver a nuestra casa porque, le pese a quien le pese, el Wanda tiene poco de Atleti y el Atleti menos de Wanda.