
El Atlético no dejó de creer hasta el último momento. Y es que, a huevos solo gana el Atlético. Cuadrado y Matuidi adelantaron a la Juve. Pero Savic y Herrera, que debutaba, hicieron sumar un punto crucial en un Atlético que no dejó de creer.
Una fe inquebrantable rezaba el fondo sur. Un papelito por cada latido. Era una cita especial en un Metropolitano que desde antes del inicio se sabía importante. El Atlético de Madrid quería empezar con buen pie un nuevo curso europeo con un único objetivo, ganar. Y el Metropolitano fue participe del primer día europeo donde la fe no cesó hasta el último minuto.
Todo ello en un partido que arrancó con dos equipos conocedores de la importancia del estreno europeo. El Cholo confió de nuevo en Thomas, que regresaba tras lesión, y se hacía como amo y señor del centro del campo. Como suele ser habitual el ghanés se hizo fuerte y aguantó en el medio a un Atlético que sin balón era mejor. El conjunto turinés arrancó de buena manera, pero con el correr de los minutos fue a menos. Y es que, Thomas junto a Saúl, unido a la larga proyección de los laterales, comenzaba a hacer daño sobre la meta visitante. Joao quiso demostrar su calidad ante Europa y fue el primero en poner en apuros a Szczesny. Una carrera desde campo propio, deshaciéndose de jugadores rivales, acabó con un golpeo sutil con la puntera que desvió el polaco. Un inicio que fue a más, con centros laterales que no encontraban un rematador claro.
Por su parte, Diego Costa no conseguía encontrar su posición en el interior del área. El de Lagarto debía alejarse del mismo para poder entrar en contacto con un balón que se resistía a entrar en la portería de la Juve. Con la proyección larga de los laterales haciendo mucho daño a la defensa bianconera, el balón parado comenzaba a hacer de las suyas. Giménez en primer lugar y Savic más tarde acercaban el gol colchonero. Sin grandes ocasiones y con centros laterales sin rematador, el Atleti no conseguía ‘apuñalar’ a una Juve sin proyección ofensiva. El primer tiempo concluyó con un empate en el marcador.
El segundo tiempo fue una proyección de lo visto en la grada, un momento de «fe inquebrantable». Y es que nada más empezar, en una contra de manual de la Juve, Cuadrado batió a Oblak con un zapatazo imparable. El colombiano envió al fondo de la red un zurdazo al que solo pudo mirar el esloveno. Sin merecerlo, la Juve se ponía por delante en el marcador en lo que iban a ser cuarenta y cinco minutos de puro espectáculo. Poco después, con un Atleti descosido y aturdido tras el gol, era Matuidi quien ampliaba la ventaja. Parecía que el Atlético había dicho basta. En otra contra de libro, Alex Sandro puso un balón medido a la cabeza de un Mautidi que remató sin oposición. Entró como Pedro por su casa para hacer el segundo. El Atlético parecía decir basta ya con Correa en el verde. Pero si de algo se caracteriza este equipo es de su fe, y del balón parado. Estaba haciendo daño con sus aerolíneas el Atleti y no lo desperdició. Fue Savic, uno de los pilares atrás, quien remató al fondo de la red para acortar distancias con veinte minutos por delante. La fe no se esfumaba de un Metropolitano que estallaba.
El estadio colchonero no cedía en su empeño en busca de la victoria. El Atlético era mejor y el Cholo decidió hacer de las suyas. Thomas, lesionado y tras un partido descomunal, fue sustituido por un Herrera que iba a ser nombre propio en el día de su debut. Además, Lodi se marchaba por Vitolo, moviendo así fichas y colocando a Saúl de lateral. Siempre Saúl, siempre Ñíguez. A partir de ahí y con más frescura en el centro del campo el Atlético era mejor. Avisó Vitolo con un golpeó desde la frontal que desvió Szczesny. Y pudo culminar el empate desde el punto de penalti en una acción que el árbitro decidió no señalar pena máxima por una mano clara. Pese a ello, el Atleti no dejó de creer y llegó lo que todo el mundo ansiaba. Un Zorro apareció a las órdenes de Simeone. Herrera entró a rematar después de varios saques de esquina en la frontal. Y con esa carita de pillo, remató de forma sutil al fondo de la red. Enloquecía un Metropolitano que no dejó de creer para conseguir el empate. Y es que, este Atleti tiene una fe inquebrantable.