
Simeone
Ganar siempre no es posible. No lo es. De hecho, perder siempre sí es posible. A menudo es lo normal. Y convencernos de lo contrario supone desarrollar escasa tolerancia a la derrota y provoca frustración. Esta última es el diagnóstico que podríamos efectuar sobre parte de la afición colchonera. La que reclama el fin del cholismo. No sé en qué planeta vivieron antes de diciembre de 2011 pero los 8 años anteriores, los 14 anteriores más concretamente, fueron la travesía más mediocre que se pueda imaginar de un equipo grande. Equivocan la continuidad de un proyecto deportivo que pasa por altos y bajos con el fracaso. Aquellos sí que pueden calificarse de fracaso.
Nuestros ojos vieron pasar innumerables entrenadores con más o menos renombre pasando con pena e indiferencia, creyendo que la grandeza era jugar la Intertoto y lo normal salvarse del descenso. Cambios de plantilla entera todos los años, y así acababa aquello, con un fracaso tras otro. Ahora piden vender a media plantilla como si la experiencia no nos hubiera mostrado que eso no lleva a ninguna parte. Nada es eterno, y algún día la etapa del Cholo en el Atleti llegará a su fin. Guarden recortes de prensa, tuits, conversaciones de whatsapp, graben la voz de quienes hoy dicen que sin Simeone ocurrirá lo siguiente: llegará un entrenador top, jugaremos mejor, ganaremos más títulos, los grandes jugadores querrán venir, seguiremos clasificándonos siempre para la Champions… Y cuando nada de eso pase, tráiganlos con una sonrisa sin decir media palabra, porque nosotros sí sabemos que lo normal es perder. Lo extraordinario es ganar.
“Cuando lleguen los malos momentos, cuando desde fuera quieran dividirnos y decir que las cosas van mal, en esos momentos que seguro que llegarán, me gustaría que recordarais el orgullo que sentís ahora. Todos somos uno. Eso es ser del Atleti”.
Cuando Fernando Torres dijo estas palabras el día de su despedida, el 20 de mayo de 2018 en su despedida, me acordé del discurso de Merlín en la película Excalibur, cuando Arturo consigue unificar su reino: “Contemplad este momento, saboreadlo, regocijaos todos en él. Regocijaos y no lo olvidéis nunca, porque él os ha unido. Ya sois uno bajo las estrellas. Recordad siempre esta noche, esta gran victoria para que en años venideros podáis decir: ‘yo estuve allí aquella noche con el Rey Arturo’. Desgraciadamente la perdición del hombre es el olvido”.
No puede haber más paralelismos y más similitudes entre ambos discursos. Orgullo, unidad, memoria… y olvido. Porque apenas 10 meses después de esas palabras de Fernando, parece que lo único que queda es el olvido. Una noche aciaga en Turín en la cual por primera vez en 7 años (¡¡¡7 años!!!) el Atlético de Madrid no fue fiel a sí mismo, a su personalidad y a sus señas de identidad ha bastado para que, en opinión de algunos, Simeone y su guardia pretoriana hayan dilapidado todo su crédito conseguido a lo largo de años de trabajo para que el Atleti recuperara precisamente eso de lo que estamos hablando: la memoria. Simeone, sus ayudantes y aquella plantilla que recogió después de ser eliminada de la Copa del Rey por el Albacete y a 2 puntos del descenso, han conseguido, en el transcurso de todo este tiempo, devolver a la institución al lugar que nunca debió haber abandonado y devolverle igualmente su orgullo, su memoria y su historia. Aquella que ha hecho del Atlético de Madrid un equipo aguerrido, solidario, contragolpeador y contestatario ante opciones más agradecidas.
Porque no olviden que los que han logrado que ahora muchos se rasguen las vestiduras exigiendo títulos y Champions por doquier han sido precisamente Simeone, sus ayudantes y los integrantes de la plantilla que le han sido fieles desde diciembre de 2011.
Porque no olviden que esos que ahora se manejan en la histeria por haber caído en octavos de la Champions ante la Juventus no ponían el grito en el cielo cuando el equipo bajó a Segunda ni cuando jugaba la Intertoto contra el todopoderoso Gloria Bistrita, como tampoco lo ponían cuando estuvimos nada menos que 14 años sin ganar al vecino hasta que se le ganó una final de Copa en el Bernabéu, con Simeone en el banquillo y con tipos como Godín, Juanfran, Gabi o Costa en el césped. 14 años, que se dice pronto. Después de aquello, y justamente en la mitad de tiempo, esta gente de la que ahora se duda, le ha ganado varias veces más al vecino, la última de las cuales valió una Supercopa de Europa que los hoy presos de la histeria lo ponen a la altura de un torneo veraniego, a pesar de que en su día lo celebraron intensamente. Como celebraron también la Europa League tres meses antes.
Según ellos, ahora hay que darles las gracias, una palmadita en la espalda y un patada en el culo, en virtud de esos conceptos tan absolutistas que tanto gusta manejar y que tanto gusta consumir a aquellos que dicen no consumir, como el fracaso y el fin de ciclo. No se dan cuenta que se están mirando en el espejo de lo que no quieren ser y estaban orgullosos de no ser. El Atlético de Madrid es otra cosa. Hagamos autocrítica serena y responsable para que lo vivido en noches como la de Turín no se vuelva a repetir, para recuperar la esencia que nos ha caracterizado, no ya en estos últimos 7 años, sino durante toda la historia del Club Atlético de Madrid. Sí, es bueno tener memoria. Hace no tantos años la perdimos y significó una larguísima travesía en el desierto. No cometamos el mismo error en esta transición provocada por el inexorable paso del tiempo. Concedamos el beneficio de la duda para atravesarla al tipo que nos ha llevado hasta donde estamos ahora. Yo, particularmente, lo tengo muy claro entre concedérsela a él o a un Emery, Marcelino, Bordalás o Setién de la vida. Seamos lo que tenemos que ser para seguir donde estamos y no lo que los de fuera nos digan. Tengamos memoria para poder tener futuro. Seamos Merlín en Excalibur. Mejor aún: seamos Fernando Torres Sanz y “cuando lleguen los malos momentos, cuando desde fuera quieran dividirnos y decir que las cosas van mal, en esos momentos que seguro que llegarán, me gustaría que recordarais el orgullo que sentís ahora. Todos somos uno. Eso es ser del Atleti.” Orgullo, unidad y memoria… nunca olvido.
Todo el comentario me parece fantastico, no tenemos que olvidar la etapa del 1998 al 2010 ,pero si tenemos que recuperar las esencias de los grandes capitanes.Vosotros creeis que estando GABI o FERNANDO en el vestuario de TURIN ,en el descanso a mas de uno no le hubieran puesto la cara roja .porque el CHOLO se puede equivocar como todo mortal,pero con ese escudo y esa camiseta se tiene que estar a muerte ,se puede ser peor que el rival pero demostrar que camiseta se está defendiendo y creo que es lo que falta en estos momentos con capitanes sin personalidad como KOKE, GRIEZZMAN y , GODIN (este con la mente en el ATLETICO si hubiese sido capaz de poner a alguno en su sitio .