OPINIÓN. Septiembre de 2016. Comienza una nueva temporada llena de ilusión para todos los equipos y todas las aficiones, y más si cabe para la del Atleti. Yo, particularmente, he crecido rodeado de merengues y culés. Tan solo dos colchoneros éramos en nuestra clase, unos valientes. Cada domingo que perdía el Atleti, nos tocaba aguantar una semana de burlas por parte del resto de niños que, al siguiente domingo cuando el Atleti conseguía una victoria, también se reían de nosotros por vernos tan felices y tan ilusionados por ganar un partido de liga. No nos entendían y la mayoría se pensaban que lo exagerábamos porque era lo único que podíamos aspirar, a ganar partidos y no títulos.
La afición del Atleti siempre ha sido realista y sabía lo que tenía y a lo que se podía aspirar. Yo he visto celebrar una Intertoto o recuerdo a gente yéndose a la fuente a celebrar que nos clasificamos para la previa de Champions. Y eso no es malo, al contrario, sabemos valorar lo que tenemos y disfrutamos a tope de cada logro. Y cuando ese logro no se conseguía, siempre estábamos ahí, para ayudar al equipo a levantarse. Esa es la esencia de esta afición.
Pero un día, todo cambió.
El 23 de Diciembre de 2011 el Atletico de Madrid hizo oficial la llegada de Simeone al banquillo. Nadie, y cuando digo nadie es nadie, se podía imaginar lo que el argentino podía llegar a lograr. Bueno, quizás alguien si: el propio Cholo.
En poco más de 3 meses se cumplirán 5 años del fichaje de Simeone. Ese hombre que alineó en la semifinal de 2014 de Stamford Bridge el mismo 11 que Manzano utilizó contra el Albacete en Copa del Rey, exceptuando un cambio (Falcao por Villa). Ese hombre que hizo que pasáramos de celebrar la clasificación para la previa de la Champions a que llorásemos por perder una final de Copa de Europa. Ese mismo hombre que consiguió una Liga para el Atleti 18 años después, o que ganó un derbi tras 14 años sin lograrlo y en una final en el Bernabéu.
Mi abuelo siempre me ha dicho, que cuando consiga algún logro, tengo que acordarme siempre de donde vengo. Y eso es lo que nos pasa. Nuestro problema es si jugamos con mucho centrocampistas, o si jugamos sin extremos, o si juega Torres o Giménez. No. Nuestro problema es que no nos acordamos de dónde venimos. No podemos perder la esencia de esta afición, que todo el mundo sabe que es especial.
Si es verdad que en los últimos años hemos crecido en números. Y siempre es bueno ser más. Pero el trabajo de los que estábamos ahí desde hace ya tiempo es enseñar a los nuevos porque somos diferentes al resto.
Haced un poco de memoria. Mirad atrás y recordad de dónde venimos. ¿Ya? Pues no hace falta decir mucho más. Reflexionemos. Pero rápido eh, que en una semana vuelve la liga y este equipo nos necesita.