Si el fútbol es un estado de ánimo el Atleti se encuentra instalado entre el pánico y la depresión. Sin término medio, los medios y una parte nada desdeñable del aficionado colchonero han repartido culpas y reproches a partes iguales entre técnicos y jugadores. Nada para el palco, como siempre. Mientras discutíamos sobre lo feo del escudo y lo cuestionable del nombre del nuevo estadio nadie hablaba del coste del cambio, así sibilinamente Gil Marín reconocía esta semana que la situación financiera del Atleti se comprometía con un alto riesgo a corto plazo. Los problemas deportivos son evidentes, los suministradores de estramonio lo han utilizado de cortina de humo sobre los económicos. En medio de esta crisis generalizada el equipo debe afrontar el mayor de sus retos: recuperar el nivel perdido.

El equipo tiene problemas con el gol. Se ha instalado en la «friend zone». Se acerca mucho pero no termina de meterla, la pelota. Salir de ella cuesta mucho, pero en el fútbol nada es permanente, se puede tardar más o menos pero terminará entrando. Gameiro es más cabeza de ratón que cola de león, es un buen jugador, sacrificado y con buena combinación pero no es desde luego un jugador de gran producción goleadora. De eso este último tiempo se encargaba monsieur Griezmann, pero el Principito anda desaparecido. Desde que se habla de balones de oro parece menos acertado con el de cuero. Defiende, trabaja, pero le falta ese paso adelante que el equipo necesita ahora. El de los goles determinantes, por lo que los equipos grandes pagan barbaridades. Si Antoine aspira a seguir comiendo en la mesa de Cristiano y Messi deberá empezar a rendir como ellos y empezar a ser decisivo incluso cuando su equipo no está bien.
Pero no todos los problemas radican en la portería de enfrente. Se trata también de que no te quiten a tu chica. El Atleti mejor que nadie sabe que la solidez defensiva debe ser lo primero. Si consigues la oportunidad de triunfar esa noche, no te conviertas en un pagafantas. Ser pusilánime, blando, y despistado se paga caro. La dureza que otrora fue bandera de este equipo ahora es un mero reflejo bajo el nuevo madroño. La intensidad como arma de seducción, el desgaste como forma de batalla. Porque el burro no hace el amor por bello sino por tozudo. Insistir y dejarlo todo en cada balón como si fuera el último. Es verdad que sin Oblak y sin Filipe la tarea se antoja difícil, sin la mejor versión de Godín aún más. El uruguayo hace tiempo que no está bien. Se nota y se transmite a sus compañeros, quizá porque el equipo juega más abierto, quizá porque es imposible mantener ese elevado nivel de manera eterna.

Entretanto, Simeone tiene la importante tarea de recuperar el ánimo a sus futbolistas. Debe dejar de pensar en los demás para pensar en qué es lo que a él le funciona. El Cholo tiene memoria y desde luego no es tonto. Sabe que necesita recuperar la mejor versión de sus futbolistas y debe encontrar el ansiado esquema que responda a las características del equipo. Lo hizo en el pasado, lo volverá a hacer. Toda la fe en quienes estando a dos puntos del descenso han conquistado el cielo desde entonces. Técnicos y jugadores merecen aplausos y no reproches. Cuando la crítica más allá de la exigida en estas líneas se torna en insulto o amnesia no es ni útil ni agradecida. El Calderón debe responder, Las Palmas vienen a conquistarlo.
El partido podréis seguirlo por BeIN LaLiga a partir de las 16:15 y por nuestro twitter @atleticosport.