La burocracia en el fútbol, como en la vida, es importante, sí, y un coñazo, hablando mal y pronto. Pues el Atleti, ante el Real Club Celta de Vigo, ha materializado un par de trámites en tres puntos más. Aislando a Iago Aspas y creando un contexto propenso a las genialidades del siete, Simeone ganó la partida a Unzué comiéndole a su reina, en vista de que con la ausencia de Daniel Wass, no estaba el rey.

La burocracia en el fútbol, como en la vida, es importante, sí, y un coñazo, hablando mal y pronto. Pero a veces es necesaria. El Cholo tiene entre tomada y tomadísima la medida a los vigueses, y hoy no iba a ser menos. De entrada, sorprendió el once. Sin Thomas y Correa, Gabi se posicionó como jugador para sacar la pelota y Vitolo, si bien supone un déficit de desborde, aporta un plus de control de la situación que el argentino no puede dar. El partido comenzó con una sucesión de ataques rojiblancos por la banda de Vrsaljko. El terremoto croata tiró cosa de cuarenta centros y no acertó a ninguno, pero en su favor es necesario comentar que dos envíos, uno a Griezmann en el primer cuarto de hora y otro a Torres al final del partido, fueron dos carencias de fe de los arietes, que no corrieron hacia el balón. Aun así, fue de los más activos, y eso siempre se agradece. Godín y Giménez no estuvieron sometidos a Maxi Gómez, ya que solía recibir de espaldas y muy solo, pero, sinceramente, el partido del dúo charrúa no fue demasiado bueno. Tampoco el de Lucas, con una diferencia, eso sí. El hoy lateral zurdo francoespañol realizó dos barridas a Maxi Gómez cuando éste era último hombre. Clave en momentos puntuales, como siempre. Seguimos para bingo. Saúl y Gabi realizaron el trabajo sucio. El ilicitano, lejos de tener la libertad que acostumbra, estuvo anclado a la medular, remando a contracorriente para recuperar el sitio. El capitán, ante el “banquillazo” a Thomas, se encargó de administrar el balón (68 pases, al menos 10 más que cualquiera de sus compañeros). Vitolo y Koke, interiores, fueron los mejores del partido. Por fin salió cara. El vallecano realizó un ejercicio de polivalencia impoluto y remarcable a más no poder. Algunos datos: 72 toques (1º de su equipo), solo una falta cometida y 12 (¡¡¡DOCE!!!) entradas intentadas. Además, ya no es eso. Es que interpretó el juego como debe hacer siempre y regaló una asistencia (no contabilizada por rebote) a Correa que recordó los días de gloria del canterano. Víctor Machín, en su segunda titularidad, se estrenó en liga (ya ha marcado en las tres competiciones). Solamente dos pérdidas de pelota, tres regates completados con éxito y un desmarque demasiado bien tirado para ser cierto con el que puso el 2-0. Tremenda la jugada entre él y Griezmann. Un Griezmann que, dicho sea de paso, no brilló con constancia, pero de manera intermitente, dejó detalles clave para ganar el partido. La sangre fría del primer gol es inhumana. El pase a Vitolo en el segundo, una obra de arte. De Costa hoy no toca hablar. Comparecer, compareció, porque es Diego Costa y tiene más hambre que el perro de un ciego, pero estuvo fallón, impreciso en el pase y despistado en la marca para el fuera de juego. Aun así, no lamentamos sus fallos, seguro que dentro de nada nos brinda una masterclass.
La burocracia en el fútbol, como en la vida, es importante, sí, y un coñazo, hablando mal y pronto. Y espérense, que el jueves hay una dosis doble de esto, así que preparen un café o algo que les mantenga despiertos, porque lo de Moscú va a ser soporífero salvo hecatombe. Bueno, ¿y a mi qué? Mientras ganemos… El caso es hacerlo, como con el papeleo. Si todos lo hicieran bien, otro gallo cantaría, ¿no?