
Mariano Gómez (Esperanza, Argentina, 5 de Febrero de 1999) analiza en una pequeña entrevista para el programa El Fútbol de Primera el derbi entre el Atleti B y el Real Madrid Castilla. El jefe de la zaga del filial cuenta todos los detalles del partido y cómo vivió en primera persona su gol en los instantes finales. Repasa además su idolatría a zagueros como Virgil, Giménez o Godín.
Mariano debutó en la Primera División de Argentina. Arriesgó y se le dio la oportunidad de llegar cedido al Ibiza, donde sólo tenía en la cabeza volver a su país de origen. Al conocer el fútbol español y a raíz de esa etapa, se le abrió la puerta del segundo equipo del Atlético de Madrid. Ha pasado por equipos de la categoría como el Algeciras o el Badajoz, situaciones que le hicieron creer y entrenadores de los que aprendió en su totalidad.
Significado del partido para Mariano
En el Cerro del Espino se vivió un encuentro totalmente fuera de lo habitual. El argentino comentaba que desde dentro se vivió con un aura diferente y que sabían que la felicidad de la gente esa semana dependía en gran parte de ellos. Venían de una racha negativa de resultados que no mostraban sacar adelante a pesar de su gran juego. La victoria llega en un momento muy importante y en casa, donde se estaban haciendo bastante fuertes. El argentino explica que esta victoria al Real Madrid sirve además para encarar de la mejor manera la recta final de la temporada.
Comentaba a los entrevistadores que en el Atlético de Madrid se dio cuenta del ritmo que adquiere la pelota, de la rapidez que tienen los jugadores a la hora de tomar decisiones y de lo que es el primer nivel.
Sentimientos experimentados en su gol
El argentino explicó que el gol que anotó fue un tanto muy a lo Atlético de Madrid. En el minuto ochenta y nueve, bajo el lema de nunca dejar de creer, el defensa se impuso a la defensa blanca para hacer el gol de la victoria. Además, comentó que vivió una alegría enorme por poder ayudar a su equipo a ganar con un gol suyo. Indicaba entre risas las reacciones a la tarjeta amarilla que le mostraron por deshacerse de su camiseta de juego, y el futuro posible arrepentimiento cuando siga acumulando amonestaciones.