Apenas unas cuantas horas nos distancian del choque que decidirá el resto de la fase clasificatoria de la Champions League 2017/2018. Apenas unas cuantas horas para saber si el Metropolitano es un fortín más allá de la frontera nacional. Y, sobre todo, apenas unas cuantas horas para revivir, en un escenario inédito, eso sí, “el partido de todos los tiempos”, versión Atlético de Madrid.

Personalmente, nunca vi jugar a aquel Atleti de los 70. Mucho menos aún a la “Delantera de cristal”. De hecho, mi juventud no me permitió siquiera presenciar en directo partido alguno del Atleti del “doblete”. Podemos entrar en debate de si la mejor actuación individual en un contexto difícil en nuestra trayectoria es la de Luis ante el Cagliari o la de Falcao ante el Chelsea. Incluso meteríamos más partidos que muchos aventuraríamos a mencionar sin haberlos visto. Pero la otra vertiente, desde mi punto de vista, es clara. Nunca en sus 114 años de historia (y lo digo habiéndome perdido casi 100 sin temor a equivocarme) la afición del Club Atlético de Madrid vivió una actuación colectiva tan grande como la de aquel 30 de abril de 2014. El mejor partido que ha jugado jamás el conjunto de las rayas canallas fue el de aquella tarde-noche en Stamford Bridge. Hoy no venimos a hablar del partido del miércoles, que sin duda será un espectáculo. Hoy, queremos recordar el partido de fútbol más completo que ha realizado este nuestro equipo en la inmensidad de su recorrido por este deporte.
Las semifinales de la Copa de Europa de 2014 se presentaban como el primer choque de peso que iría a asumir el equipo de Simeone desde que empezaron a creérselo. Tras dejar claro que iban a por la Liga y que se tomarían en serio la máxima competición de clubes tras eliminar al Barcelona de Leo Messi, estos dos partidos ante el entonces conjunto “Blue” de José Mourinho fueron la primera prueba de fuego para incluir al Atleti en el bombo de los grandes. Los resultados del sorteo previo tenían al hincha contento y descontento a partes iguales. Habíamos evitado a los “a priori” dos mejores equipos del mundo en ese momento, pero por otra parte el rival a batir no era moco de pavo y, para colmo, la vuelta se jugaba en campo contrario. (Aunque esto último al Cholo le importaba, importa e importará más bien poco, al revés. Le gustaba, gusta… Y gustará).
En el Calderón, los ingleses salieron con un planteamiento que ya le había funcionado alguna vez al técnico luso. El Chelsea se replegó atrás buscando un resultado corto y con pocos goles para rematar la faena en el Bridge. Y por unas o por otras, la primera premisa se cumplió. Un Atleti que gestionaba la pelota mucho peor que ahora, no supo emplear un 62% de posesión de balón a su favor y el partido acabó 0-0.
Tras analizar la dificultad de la situación, el Atleti se plantó 8 días después ante el hasta ese entonces partido más importante de su etapa moderna. (Luego llegaría la final y el gol de Godín, claro). Simeone tenía dos buenas noticias, y es que ya podía contar con Adrián López y con (al 100% y desde inicio) Arda Turan. Antes de entrar en materia, voy a recordar los onces. Por el Atlético de Madrid salieron: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luís; Arda, Mario Suárez, Tiago, Koke; Adrián y Diego Costa. El Chelsea, mermado por la lesión de Cech, presentó estos 11 jugadores: Schwarzer; Ivanovic, Cahill, Terry, Cole; David Luiz, Ramires; Azpilicueta, Hazard, Willian; Torres.
Era impensable que Mourinho quisiese plantar a su equipo en la final utilizando dos jugadores (David Luiz y César Azpilicueta) que ahora son centrales y lanzadores, en el mismísimo centro del campo (además partiendo del mismo costado, el izquierdo). Pero por otro lado tenía sentido. “Mou” ha sido siempre un genio de la táctica y un tipo inteligente. Él se percató el primero de que el Atleti no tenía ni idea de administrar el balón, y situar un doble pivote por donde no podía pasar ni el aire era perfecto (veremos si Conte hace lo mismo con Kanté y Bakayoko el miércoles).

Para empezar a abrir boca, voy a dejar un dato que argumenta muy bien por qué es este partido y no otro. Siempre que quiero ver puntuaciones sobre, estadísticas y demás para informarme de un jugador concreto, recurro a WhoScored. Siempre que sacan un partido de cierta relevancia puntúan de la manera más objetivísima posible a todos los jugadores. Curiosamente, estaba mirando los “ratings” del partido y es la primera vez en mi vida que tengo en la pantalla de mi ordenador un XI en el cual todos y cada uno de sus integrantes no baja de un 7. De hecho, solo hay otro partido con estas cifras y es, precisamente, el Atlético de Madrid – Barcelona de la eliminatoria de cuartos de ese año. Hay decenas de partidos registrados en el “Match Centre” con 10 jugadores del mismo equipo con un 7.00+ y un jugador con un 6.8 o 6.9. Al final va a ser verdad eso de que nadie entiende el concepto de EQUIPO como nosotros…
Creo que esto ya deja muy claro lo que fue aquella noche londinense con olor a gran noche europea. Han pasado tres años y medio desde ese día. Más de 1000 días sin ver jugar al Atleti como lo hizo en Stamford Bridge. Seguramente nunca lo volvamos a ver, ni nosotros, ni nadie. Ese partido no era normal. Parecía sacado del armario que lleva a los mismísimos mundos de Narnia. Era pura fantasía.
Para colmo, empezamos perdiendo con un gol del hombre que estaba destinado a coronar al elegido, no a destruirlo. Fernando Torres abrió la lata del partido y generó una ansiedad en las gentes de su verdadero equipo… Tenaz… Preocupante. Por suerte, Simeone no precisó de cambiar el planteamiento en el entreacto, pues Adrián, vestido de “Superman”, empató el partido antes del descanso en el que fue el mejor partido de su carrera. La segunda mitad fue otro cantar. Un vendaval rojiblanco pasó por encima del Chelsea a base de ocasiones, coraje y corazón. La noche que protagonizaron en especial: Adrián, Juanfran, Mario y Miranda fue brutal. Inexpugnables. Precisos… Qué bien jugaba a «su» fútbol aquel equipo, ¿eh? Diego Costa en el 62’ y Arda en el 70’ remataron la faena. Stamford Bridge le dio al Atleti el billete a su primera final de Champions en 40 años. Y también la mayor exhibición colectiva de toda su historia.
Ahora, Simeone busca eliminar aquel recuerdo con un fútbol más asociativo, estético y con un arsenal a partir de enero de un calibre inédito. Las sensaciones son buenas, la motivación, mayúscula. Nunca vamos a estar tan agradecidos a nada ni a nadie como hemos estado a esta camada de futbolistas, pero, aunque este año se consiga el objetivo maldito, nadie nos podrá hacer olvidar la sonrisa que esbozamos todos aquel 30 de abril de 2014. Aquel 30 de abril del año III d. C. “d.opo C.holo”… Gracias, y Aúpa Atleti.