Eran las 10:30 de la mañana del 12 de agosto cuando, en el último partido antes del comienzo de la temporada 2017/2018, rodaba el balón sobre el césped de Butarque. Diego Pablo Simeone convocaba a los jugadores que ante el Getafe se quedaron en casa uniéndose a varios canteranos que volvían a sentarse en el banquillo rojiblanco por segunda vez consecutiva en escasas 14 horas. Muñoz, Sergi, Solano, Juán Moreno, Olabe, Keidi, Víctor Mollejo y Obama volvían a viajar con los «mayores» lo que se trataba del primer partido que disputarían con el club del Manzanares algunos de ellos. Saúl volvía al once titular tras no haber jugado ni un minuto anteriormente en los otros partidos de pretemporada.
Simeone elegía a once futbolistas para el comienzo del partidos y, al contrario que en Getafe, cuatro recambios que se colocarían junto al cuarto árbitro llegado el momento. Ellos eran Moyá; Juanfran, Augusto, Godín, Sergi; Thomas, Saúl, Juan Moreno, Keidi Baré; Correa y Vietto. El técnico argentino empezaría con un 4-4-2 donde Augusto, por primera vez, compartiría el centro de la zaga con Godín mientras que Juanfran y Sergi cubrían los laterales derecho e izquierdo, respectivamente. Por su parte, el doble pivote se componía por Thomas y Saúl, quien volvía a calzarse las botas en un partido tras el Europeo Sub-21. Las dos bandas ofensiva, habituales de Carrasco y Gaitán en esta pretemporada, las ocuparían Juan Moreno por la derecha y Keidi Bare por la izquierda. Quizás el ‘Cholo’ buscaba con ellos profundidad y movilidad arriba ya que la pareja de delanteros estaría compuesta por dos jugadores de gran extensión de ratio, Correa y Vietto. Los otros cuatro futbolistas que salieron desde el banquillo fueron Muñoz, Olabe, Mollejo y el guardameta Werner.

Diego Pablo salía con esa formación típica del fútbol moderno. Sería fiel a ella durante la primera mitad, tanto que los únicos que cambiaban de posición entre ellos eran Moreno y Correa pero volvían rápidamente a sus demarcaciones iniciales. El partido sería dominado por el Leganés en esa primera mitad donde Simeone parecía un tanto preocupado por la falta de ocasiones. Los laterales, igual que ayer ante el Getafe, no subían incorporándose al ataque y es algo que, como solemos decir, no ayuda en la creación de jugadas peligrosas. ‘Pichu’ Cuéllar estuvo muy tranquilo durante los primeros 45 minutos. Moyá, sin embargo, tuvo algo de trabajo, no obstante, el equipo rojiblanco estuvo muy bien plantado en defensa. Eso es algo que lleva estudiando y perfeccionando Simeone desde que llegó al banquillo colchonero y que día a día demuestra que sabe controlar a las mil maravillas.
Ya en el segundo periodo del encuentro el Atlético de Madrid salió mostrando una cara totalmente diferente a la de los primeros 45 minutos. Simeone supo motivar a sus pupilos en el descanso. No hubo cambios en la formación aunque sí que un tempranero cambio (Keidi dejó su sitio a Muñoz en el minuto 46) movió a varios jugadores de posición. Augusto compartió medular con Thomas y Saúl, aunque el argentino se colocó entre los dos defensas y los dos medios, jugando de medio centro defensivo. La nueva incorporación del partido se colocó al lado de Godín en la zaga mientras que Moreno, Correa y Vietto se dejaron ver por varias posiciones de la delantera. Bajaban a recibir a tres cuartos de campo, se intercambiaban bandas… jugaron libres y con comodidad.
Otro de los cambios en la manera de jugar se observó en las subidas hasta el fondo de campo de, sobre todo, Sergi. Juanfran no estuvo muy fino en ese lateral derecho pero el canterano zurdo comenzó a subir y bajar como le gusta al ‘Cholo’. Incansable, pletórico, imparable. Tanto fue que en una de esas arrancadas consiguió colocar el centro que, tras tocar en el pecho de Vietto, Moreno golpeaba el balón hasta dentro de las redes de la meta de Cuellar. Los cambios que también aportaron al equipo su granito de arena durante al menos 30 minutos (casos de Werner y Olabe) o al menos ocho (caso de Mollejo) fueron importantes para lograr la última victoria de la pretemporada de 2017.