El Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone lleva muchos partidos sin perder, tantos que la gente piensa que este equipo se parece al que salió campeón de la liga de 2013-2014. En aquella ocasión empezó mejor en el campeonato, no obstante, esta campaña no conoce la derrota y ni siquiera sabiendo que de los seis partidos disputados, cuatro han sido lejos de Madrid y tres del total de encuentros ante rivales directos. Cuatro victorias ante Las Palmas, Málaga, Athletic y Sevilla y dos empates ante Girona y Valencia abalan estas afirmaciones. ‘El Cholo’ apuesta por la solidez defensiva y la velocidad en ataque para poder ganar los partidos pero, hasta cuando falla la velocidad puede tirar de calidad.

Pues bien, en el medio día de este 23 de septiembre el Atlético recibía a un Sevilla que comenzó la temporada ganando varios encuentros, cuatro para ser más exactos de los cuales dos fuera del Sánchez Pizjuan más un empate ante el Espanyol en casa. Venían con confianza a un estadio nuevo como es el Metropolitano, no obstante, cuando empezó el partido, y sobre todo la segunda mitad, se vieron superados por los jugadores del técnico argentino. Simeone salió al campo con la formación habitual de 4-4-2 pero no repitió once al igual que ha estado haciendo todo este inicio de curso. Las rotaciones son lo más llevado en la parroquia rojiblanca actualmente. Jan Oblak es un fijo bajo palos, y lo demuestra cada partido. Estuvo muy seguro durante los 90 minutos pero esta vez no necesitó hacer ninguna intervención milagrosa como en otros encuentros. La defensa estuvo formada de derecha a izquierda por Vrsaljko, Savic, Lucas y Filipe. El croata regresó al equipo y mostró el buen físico del que dispone intentando ser un puñal por su banda y en defensa tratando de evitar las acometidas de Sarabia y en la segunda parte de Joaquín Correa. Por su parte Savic estuvo correcto en el eje junto a un Lucas imperial. El joven francés cada vez que sale demuestra la pasta de la que está hecho y llama a la titularidad con grandes actuaciones como la de hoy. El lateral brasileño realizó un buen partido aunque a veces arriesga más de lo necesario. No obstante la calidad que atesora le permite este tipo de acciones.

Siempre que valoramos el centro del campo que coloca Simeone en sus partidos se llega más fácilmente a la crítica que al análisis aunque siempre terminamos por dar la razón al técnico argentino. Y cómo no lo íbamos a hacer si estamos hablando del mejor entrenador del mundo. Diego Pablo analiza cada partido a las mil maravillas, tanto que sabe la medular que necesita en cada momento. Hoy optó por utilizar a Gabi y Saúl en el medio del campo. Contención pura y dura. Le dio libertad en la derecha a Koke y todo el carril izquierdo para que Carrasco se diese sus ‘carreritas’. Acertó sin duda ya que, a pesar de una mala primera mitad, en la segunda Banega y Nzonzi se vieron totalmente superados. Vietto y Griezmann jugaron arriba y demostraron calidad y llegada aunque más en la segunda mitad ya que coincidiremos en que la segunda parte ha sido infinitamente superior a la primera. El delantero argentino estuvo peleón aunque demasiado débil en el cuerpo a cuerpo con la defensa del Sevilla que destaca por su físico. Este fue sustituido por Correa que trató de hacer lo que Simeone le pide, revolucionar el encuentro. Ya con el partido encarrilado Simeone optó por sustituir a Griezmann por Thomas. El medio francés ha explotado y sabemos que va a ser un jugador muy relevante en la platilla colchonera.
Simeone, en la rueda de prensa que ofreció al término del encuentro, comentó que: «El desafío que tenemos dentro del club es interpretar que nadie es más importante que el equipo, lo más importante es el colectivo. Si vamos todos uniendo nuestras fuerzas conseguiremos ir por el camino correcto, hay mucha competencia y eso es bueno para el club y para ellos. Así será si todos pueden entender, más allá de que lo entiendan más o menos su presencia, que el equipo es lo más importante» . Esto indica que las rotaciones van a ser el principal protagonista durante todo el año. Si queremos llegar vivos en todas las competiciones a final de curso, sin duda, el mejor ‘Modus Operandi’ será ese.