Cuando todo parecía volver a la más absoluta normalidad y al “unocerismo” de siempre, el Atlético de Madrid recurrió de nuevo a la épica. Por la mínima, colgamiento sobre los palos de Oblak mediante, los del Cholo sacaron tres puntos del, hasta hoy, equipo en mejor forma del campeonato, con cuatro victorias y solo un empate. Bajo la lluvia vitoriana, sin Costa, Filipe ni Gabi, obviando la convocatoria de Vitolo, volvimos a encontrarnos con ese Atleti meláncolico y resultadista hasta el extremo.

Generalmente solemos pasarlo por alto, pero hoy es digna de mención la tarde que le ha dado al ataque armero Jan Oblak. El esloveno tuvo que combatir contra el rival, la climatología e, incluso, sus compañeros. Vrsaljko fue el mejor del arranque, y aprovechó perfectamente el espacio que se producía delante de los pivotes, que centraron su atención en un Griezmann que siempre les ganó la espalda a ambos. Lucas, en el otro carril, no llenó la banda como venía haciendo, mas cumplió su tarea, que hoy se antojaba difícil. Iván Alejo, el hombre más desequilibrante del Eibar, con permiso de Takashi Inui, castigó cada fallo del francés, pero por suerte, a partir de la primera media hora, no cometió ninguno más. Godín y Giménez, curtidos en mil batallas, sabían más que nadie del peligro aéreo de los de Vitoria, y se concentraron principalmente en evitar cualquier testarazo de los Ramis, Oliveira y Enrich. El doble pivote del día de hoy, conformado por Thomas y Saúl, solo dio como hombre destacado al ghanés. En su afán por demostrar día a día que es el mejor centrocampista del equipo batiendo líneas, realizó un control sensacional y entregó un pase vital para el gol, provocando un corte de la zaga armera que propició que Koke recogiese el rebote para dar un “key-pass” de libro (no hizo mucho más el vallecano). Ángel Correa, por su parte, fue de más a menos. No estuvo acertado en la toma de decisiones, pero al menos en el inicio desbordó a su par en más de una ocasión. El argentino está bajando el nivel, quién sabe si por la falta de descanso o bien por su demarcación sobre el verde. Durante los últimos 20 minutos de la primera mitad, pudimos ver y saborear como pocas cosas se pueden saborear, al Antoine Griezmann de siempre. Jugando como segunda punta detrás de su mejor socio, el galo rompió a jugar en los compases finales antes del entretiempo, y, precisamente, su socio, Kevin Gameiro, realizó un partido notable. Marcó el gol decisivo en un partido dificilísimo y realizó movimientos interesantes pegado hacia Correa (un tanto inexplicable debido al poco peso ofensivo del carril opuesto ante la baja de Filipe, prueba de ello es una ocasión de Vrsaljko en la que se vio estorbado por el 21 rojiblanco). Con los, tan expandidos ya “cholocambios”, Simeone introdujo a Carrasco y Augusto por Correa y Gameiro, dejando a Griezmann como referencia en un 4-5-1, que volvió a su esquema natural tras la entrada de Torres por el propio Antoine, dejando a Carrasco como delantero izquierdo para consumar el tiempo más rápidamente. A partir del minuto 50, mientras Mendilíbar y Simeone ultimaban recambios para buscar soluciones, los colchoneros tuvieron que defenderse (intencionadamente o no) con uñas y dientes ante los arreones de los armeros. Sin Diego Costa para gobernar el partido ni Carrasco cumpliendo la función que, a priori, se le otorga, no quedó más remedio que encomendarse a la figura de Oblak para volver a Madrid con tres nuevos puntos en el bolsillo, cerrando una primera vuelta rozando el sobresaliente.
En resumen: “No Costa, no party”. El equipo lo necesita como a nadie, pero ya no hay nada que temer (hasta próximo ataque de locura del hispanobrasileño), tanto él como Filipe, bajas capitales en la tarde hoy, apuntan al Girona para empezar la segunda vuelta, y, entre todo esto, el partido de ida de los cuartos de final de Copa del Rey ante el Sevilla, partido que analizaremos aquí y en el que esperamos volver a ver a ese Atleti controlador y fluido durante los noventa minutos con la presencia de todas las piezas sobre el tablero.