El partido de hoy era uno de los que dejan una batalla en los banquillos sin resolver. Diego Pablo Simeone nos tiene acostumbrados a grandes planteamientos y grandes soluciones en caso de que el encuentro se atranque. Esta vez lo primero estaba asegurado, lo segundo no se pudo dar y no ha sido por otro motivo que el trabajo, el juego y el esfuerzo de los jugadores de Marcelino, técnico valencianista.

Simeone comenzó el encuentro con un claro 4-4-2 el cual solo cambiaría por unos minutos. Una defensa totalmente diferente a la que se utilizó en Las Palmas con los laterales Juanfran y Filipe que acompañaban a Savic y Lucas como pareja de centrales. En el medio del campo, en el doble pivote, estaban Thomas y Saúl que eran los encargados de llevar la batuta del juego de los nuestros mientras que las bandas serían ocupadas por la clase de Koke y la velocidad de Carrasco. Arriba la pareja argentina Vietto y Correa intentarían lo imposible por abrir algún hueco en la bien plantada defensa local. Cambios muy significativos sobre todo en defensa para nuestro equipo, no obstante el problema no radicaba de la defensa como ya bien han demostrado en este empate sin goles. Reiterativo en la derecha en los primeros minutos y tratando de tirar diagonales con Carrasco y los dos argentinos, el Atleti no pudo encontrar huecos ni resquicios en la zaga de Marcelino.
Hoy se trataba de un partido complicado, un hueso duro de roer para Simeone quién no ha conseguido comerle la tostada a Marcelino. Sin embargo, hay que añadir que el entrenador del Valencia tampoco pudo hacer nada ante el planteamiento de nuestro míster. Las fuerzas escaseaban para ambas entidades. Tras un parón de selecciones en el cual los más afectados fueron los nuestros, los dos equipos se medían de igual a igual. En los últimos minutos se dejaron claras las intenciones de ver bien un empate y un reparto equitativo de puntos y halagos. Valencia y Atlético, Marcelino y Simeone aceptaban la cruda realidad. Ninguno había sido superior. El equipo de Mestalla parece haber vuelto a la mesa de los equipos europeos, a la zona noble del campeonato. Esa zona en la que partes de favorito en gran parte de los encuentros. Esa zona en la que el año pasado no llegaron a pisar en ningún instante.
Diego Pablo trató de decantar la balanza igualada del partido a su favor cuando, a la hora de partido, decidió dar entrada a los Gaitán, Torres y Gameiro. El extremo belga, Yannick Carrasco no estuvo a su nivel, o mejor dicho no le dejaron estarlo. Los defensas y mediocampistas del equipo Che evitaban cualquier tipo de intromisión de su juego rápido por lo que ‘El Cholo’ le sacó del campo el primero, siendo sustituido por Gaitán el cual, quizás, era el indicado para jugar la última media hora. Controlar el medio del campo con los Koke, Thomas y Saúl era su cometido y de Torres y Gameiro dependería ese gol que no había llegado de las botas de Correa o Vietto. Ninguno consiguió los objetivos que posiblemente Diego Pablo les habría marcado.
Marcelino había conseguido plantar una defensa infranqueable. Simeone acostumbra a hacer lo mismo en cada partido pero ambos entrenadores se olvidaron de marcar gol y en el fútbol, por mucho duelo de mentes que exista y que consigas ganar, sin gol no hay victoria propiamente dicha.