Qué noche. Qué bestia. Qué tío. Si la dormidina del último cuarto de hora no hubiese tenido efecto, el Ramón Sánchez Pizjuán habría presenciado un auténtico descalzaperros. Dos solemnes e intrascendentes tantos apenas quitaron cizaña de lo que no podía ser menos que una somanta de palos a diestro y siniestro. ¿El culpable de todo esto? Diego Costa. Aunque hay actores secundarios, dos de ellos, hoy, han vuelto a la vida en el mejor momento posible.
Viajar a Nervión siempre es un hándicap. El himno del centenario sevillista es seguramente lo único que infunde respeto en el 99% de los atléticos. Y claro, eso es el preámbulo a un siempre complicado partido de fútbol. O por lo menos, complicado a la hora de abrir la lata.
Vincenzo Montella venía de comerle la tostada a un coco como es José Mourinho. Pero para coco, el que había sido descocado en Copa unas semanas antes. Diego Pablo Simeone nunca cae en la misma piedra dos veces, siempre que la piedra esté en el mismo sitio y la erosión no haya cambiado su forma. Este apunte es clave debido a que el técnico italiano sacó las mismas cartas que en la vuelta de semifinales. Y el Cholo se lo veía venir. Con un compacto cuatrivote, el argentino hizo frente a una asfixiante presión inicial. Con un Banega que dominó la primera media hora de partido, al Sevilla FC le bastaron argumentos para doblegar a los rojiblancos (entre eso y el pantalón rojito…). Pero el Atleti nunca se rinde. Y más cuando tiene a Thomas y a Koke más finos que un reloj de cuco (el primero en la primera mitad y el segundo en la segunda). Eso, y un Saúl desplegado cual ala delta en descenso al que se le sumó un Gabi más oficioso que nunca. Partido discreto, pero con hasta ocho recuperaciones y tres bloqueos. Con Filipe repartiendo estopa (76 pases) y Vrsaljko dominando el aire y ayudando al 5 en las contras rivales, apenas vimos a Joaquín Correa y Pablo Sarabia contactar con la pelota. Bueno, y repasado lo trascendental, vamos con las claves.
En primer lugar, y muy brevemente, me gustaría comentar el paradón de Oblak a Muriel en los primeros compases del partido. De haberse encajado ese gol, el Atleti seguro hubiese corrido otra suerte. Ahora, hablemos de Koke. Cuando él juega como hoy, el equipo fluye, se siente pudiente con el balón en los pies. Y es por eso que yo (y más de uno) le exigimos tanto. Sabemos cuál es su techo. Y lo de hoy aún no termina de serlo. Jorge Resurreción a su máximo exponente es un futbolista diferencial. Y hoy lo ha sido. Hábil en la entrega y rápido en la toma de decisiones, el vallecano coronó una actuación sobresaliente con un gol a su víctima favorita. Qué bueno que volviste, Koke. Y con Koke, su amiguito del alma querida… Mamita… Primera “tripletta” desde diciembre de 2014 en San Mamés. Antoine Griezmann, para todos ustedes. Tuvo el póker en la mano, pero decidió dejar, de cara a la galería, un taconazo sensacional para que el propio canterano tuviese su minuto de gloria. Además, salvo en el tercer gol, donde solo tuvo que poner la brocha en una pasada de rodillo de Saúl, el galo protagonizó una nueva edición de “Más difícil todavía”. Su primer tanto fue un derechazo espectacular desde el semicírculo del área, y el segundo… Amigos y amigas… ¿Ya? ¿Todavía no? ¿Ahora? ¡¡DE PENALTI!!
Y bien, párrafo aparte, lo de Costa. “El artículo, Daimiel, hago lo que quiero, cuando quiero y lo que me da la gana”. Andrés Montes definió mejor la actuación del hispanobrasileño en el día de hoy que aquel partido de Shaq cuando aún brindaba sus últimos destellos de buen baloncesto en Miami. Qué cosa más útil para sacar de quicio hasta al apuntador. De verdad… Cuando parecía que Costa no estaba teniendo la noche, pero aún había esperanza, ¡Zas! Pugna con Lenglet y amarilla para el de Lagarto. Alguno lo quería matar. Pues en la misma jugada, error de Banega en la presión y el 0-1. Muy fácil. Estoy convencido de que si a alguien le emocionan más los espacios que al mismísimo Simeone es al propio Costa. Creo una ocasión manifiesta de gol con la zurda tras un “key pass” de Koke y forzó el penalti tras una galopada donde faltó de todo menos fe y garra. Con la Pantera, el Atlético de Madrid ha vuelto a rugir. Hoy, en un escenario dificilísimo, se inventó un contexto en dos minutos que en los 27 anteriores no había existido ni se podía concebir. De diez. Chapeau, Diego.