Pues bien, el burdo sistema de eliminatorias impuesto hace siglos por los de siempre, nos llevó, hoy día 9 de enero, al debut como titular de un jugador extremadamente potenciador de un equipo tan versátil como el Atlético de Madrid. La vuelta de los octavos de la Copa del Rey frente al Lleida Esportiú careció de emoción y no contó con el sentimiento más allá del que le viene al atlético concedido por el hecho de serlo, pero dejó algunos detalles concretos que, hoy de manera breve, vamos a analizar.

Se presentó en sociedad Víctor Machín Pérez. Ante su público y saliendo desde el once. Ya podemos llamarle Vitolo. Pero antes de entrar en materia con el chico nuevo de la clase, comentemos a sus acompañantes. Sergi y Juanfran, laterales en el día de hoy, se proyectaron en ataque como dos interiores más (para no perder la constumbre) gracias a las internadas por el carril central de Vitolo y Carrasco partiendo desde fuera. Augusto siguió flojito, sin ideas, aunque sin graves errores. Hoy formó doble pivote con Gabi, y ambos, pergaminense y madrileño, retrasaron su posición varias veces en la salida para ayudar a Lucas y Savic, que no tuvieron demasiado trabajo. El que sí las pasó canutas fue el canterano que hoy cubrió el lateral izquierdo. Pese a su parsimonia y personalidad, no lo tuvo fácil, pues bailó con la más fea: Javi López. El veloz extremo ilerdense fue el rival más persistente. En la punta de ataque, un buen Diego Costa y un sorprendente Fernando Torres protagonizaron muchas de las ocasiones del partido, si bien no llegaron a buen puerto. En una vertiginosa contra (no acorde al contexto del encuentro), el hispanobrasileño encontró un socio en Carrasco para darle el primer gol de la noche, mientras que, en el segundo, Correa, recién entrado al verde, hiciese las cosas que solo puede hacer Correa para que Gameiro, también de refresco, definiera. Y en el tercero llegó la tempestad. Una conducción exquisita del “Niño” le dejó levantar la cabeza tras dejar aturdida a su marca para encontrar a Vitolo mediante un pase sensacional. El canario no se lo pensó dos veces, y, con la convicción que solo tienen no los buenos, sino los muy buenos, perforó la red de Diego Rivas para estrenarse con la rojiblanca.
Víctor Machín no es uno más. Él quiere que este Atleti sea tan suyo como de cualquier otro crack colchonero, y hoy se vio en el campo. Imprimió un ritmo trepidante al encuentro, se mantuvo bajo las órdenes de Simeone estacionado en la banda derecha incluso al salir Carrasco y le dio al equipo un bien intangible que mejora a cualquiera: personalidad. Tenemos que hablar de Vitolo. Tenemos que seguir haciéndolo, sí. Pero, gracias a su juego, tenemos que seguir disfrutándolo por encima de todas las cosas.