Y llegó. Vaya que si llegó. Lo dejamos en Cornellá afirmando que el Séptimo de Caballería venía volando bajito. Pues… Volar sí, pero, ¿destacar por lo bajo? En absoluto. Ante una masa gigante, expectante de la actuación de los refuerzos invernales, Víctor Machín y Diego da Silva Costa cumplieron con lo prometido. Con algún que otro susto de por medio, los de Simeone sacaron un resultado que sentencia la eliminatoria y ya piensan en el primer duelo trascendental del año, pero antes, analicemos cómo se formó el Atleti entorno al sempiterno 4-4-2 y qué hicieron los chicos nuevos cuando entraron al terreno de juego.

Pues bien, con Augusto en las ayudas y Saúl batiendo líneas, el Atleti precisaba de las bandas para abrir el campo, y, cómo no, ni siquiera la ausencia de Filipe evitó que el carril izquierdo fuese más expresivo en ese sentido. Con la sorprendente profundidad y ofrecimiento de Lucas y el descaro de Yannick, el equipo fue más incisivo en aquella banda, si bien el primer gol en jugada llegó desde la derecha. Pero antes del segundo, vino el primero. El propio belga sacó una falta tocadita para que Godín moviese el marcador a cero con el que todos arrancaron el año. El cuentakilómetros arrancó con un testarazo (¡cómo sería si no!) impuesto por el uruguayo. El Gameiro más asociativo puso en boca de gol una gran entrega de Carrasco tras conducción prodigiosa de Saúl para que Torres pusiese, ahora sí, el segundo. Jugada de pizarra, nunca mejor dicho. Una vez adquirido el dominio de la redonda, arrebatado al Lleida tras sus primeros 15 minutos, interesantes, por cierto, el Atleti “la durmió” para evitar sustos al descanso, como el que comprometió a Moyá en una pérdida estúpida iniciando una transición.
Los segundos cuarenta y cinco minutos transcurrieron sin atisbo de estímulo alguno hasta que sucedió lo inevitable. Víctor, Antoine y Diego saltaron al campo sustituyendo a Yannick, Ángel y Fernando. Lo mejor estaba por llegar. Desde que los tres coincidieron en el campo, no solo se sucedieron los esperados desmarques de Costa que buscaba incisivamente Griezmann, sino que, además, hubo una triangulación velocísima donde los revulsivos estuvieron involucrados. Comienza a existir química entre los tres, ya lo creo. Con toda esta artillería sobre el Camp d’Esports, la disposición fue un 4-4-2 en repliegue y 4-2-3-1 en ataque, con Vitolo, Griezmann y Gameiro escudando a Diego, aunque existieron permutas entre el hispanobrasileño y el 21.
En resumen, mejor carta de presentación, imposible. Comienza el año de la mejor forma posible, con un nueve “marca de la casa” a disposición de Simeone y un Vitolo con extra de motivación que apunta a hacerse con hueco en el once en breve. A la espera de más movimientos en este mercado, los nuevos pupilos de la disciplina «cholista» ya calientan motores para pelear todos los títulos posibles.