
FOTO: AtléticodeMadrid
Fernando José Torres Sanz. O Fernando I, Rey de Copas. El Niño ha regresado al 2018 a lo grande, con gol. En su competición esta temporada, la Copa. El de Fuenlabrada, el ídolo de los atléticos, un delantero único pese a sus peros. Esta vez frente al Lleida volvió a ver puerta además de hacer una buena primera parte. Sabe que cuando mayor es la dificultad más tiene que trabajar, y ahí está la respuesta. Otro gol más que le sitúa con cuatro en total (3 en Copa y 1 en Liga). Un delantero diferente. Un delantero atlético hasta la médula.

Quedó eclipsado todo con la salida de Costa. Su gol, su lesión, su lucha, su constante empeño. Pero uno no se puede olvidar de Fernando. En verdad nadie lo ha hecho nunca. Volvía a ser titular para arrancar el año y lo hizo a su manera. A ras de suelo. Empujando el balón al fondo de la red. Eso sí, en fuera de juego, pero ahí había que estar para empujarla. Una gran combinación de Carrasco y Gameiro coció a fuego rápido un preciso pase a un Fernando que había buscado el gol durante todo el tiempo anterior. Luchó, corrió, controló de espaldas y finalmente… GOL.
Fernando, pese a todo, siempre será Fernando. Jugando o sin jugar. Marcando o sin marcar. El Niño es patrimonio cultural, inmaterial y todas las posibilidades que haya, eso sí, del Atlético. Es ese fiel reflejo de lo que uno siente, porque sí, existen sentimientos y él los representa a la perfección. Es el ‘usted no pise ese escudo’ de Don Luis. El llorar como cualquier aficionado. El dejarse todo por unas rayas canallas. El echarse un equipo a la espalda cuando peor estaba. El tirar de ese mismo equipo hasta sacarlo del infierno. Es Fernando José Torres Sanz. Es el Atlético de Madrid.