Hoy se ha cerrado un ciclo que empezó un 2 de octubre de 1966. Aquel lejano día se enfrentaron el Atlético de Madrid y el Valencia en lo que fue la inauguración del conocido por entonces como Estadio Manzanares. El partido finalizó con empate a uno y el primer gol de la historia del feudo colchonero lo marcó un madrileño de Hortaleza, “Zapatones” le llamaban. Don Luis Aragonés abrió una senda de goles y de nombres por el que pasaron grandes jugadores como Gárate, Adelardo, Irureta, Manolo, Arteche, Simeone, Kiko, Forlán, Agüero, Falcao o Griezmann. Han pasado más de 18000 días desde ese gol al de Carrasco del miércoles pasado para tumbar al Bayern. Al primer gol le siguieron muchos más que valieron ligas y copas, que valieron una Intercontinental, que nos llevaron a las cotas más altas de gloria y las más infaustas finales.
Cuando se construyó, el Calderón fue el primer estadio de Europa en el que todas las localidades disponían de asiento propio. Su silueta, con esos córners abiertos, es icónica de la ciudad, quedando además perfilado por esa “curva de ballesta”, como diría Machado, que dibuja el Manzanares. No hay nada comparable a recorrer las calles aledañas al estadio rodeado de una marea de camisetas rojiblancas. Como tampoco hay nada comparable a entrar al recinto, a caminar por las entrañas del Calderón, lleno de historia y de historias. Uno de los pocos campos que aún emanan fútbol, como lo era el viejo San Mamés o como puedan ser Anfield u Old Trafford. Porque a uno se le ponen los pelos de punta, con las bufandas en alto, entonando el himno a capella en las grandes noches de fútbol. Porque no se puede explicar lo que se siente al celebrar un gol decisivo abrazándote a ese señor que se sienta a tu lado, al que no conoces de nada, pero en ese momento es como tu hermano. Ni se puede definir lo que es vivir una tanda de penaltis, todos en tensión, todos unidos, como la familia que somos.

Generaciones de colchoneros han pasado por este estadio, empezaron de la mano de sus padres o abuelos y han acabando llevando a sus hijos y nietos. Porque la vida de este equipo y de su afición se ha escrito generación a generación, latido a latido, partido a partido, minuto a minuto, segundo a segundo. Porque nuestro corazón, más que ninguno, tiene razones que la razón no entiende.
Sin embargo, por suerte o por desgracia, esta temporada, el Calderón se “jubila”. En el momento más álgido de la Historia del Atleti, con una plantilla a la altura de la camiseta, siendo uno de los tres equipos más fuertes de España y de Europa y con la afición más entregada, si cabe, que nunca, el Atlético deja su casa y se mudará a La Peineta al final del presente curso. Pero por muchos cambios que se produzcan el Atleti siempre estará por encima de todo. El sentimiento rojiblanco siempre vivirá en nuestros corazones
Con la victoria de hoy, 2 de octubre de 2016, de nuevo ante el Valencia, casualidades de la vida, se ha cerrado un ciclo de 50 años de historia del Atlético de Madrid.
¡Muchas felicidades Calderón!
Por: Carlos Carrascoso Rubio