REPORTAJE. Miércoles 28 de septiembre. Estadio Vicente Calderón a las 20:45. Allí será la nueva batalla de nuestros gladiadores, nos tocará defendernos otra vez contra el mejor ejército alemán. El Bayern Múnich se enfrenta contra nosotros por tercera vez en la historia del fútbol y segunda vez consecutiva en Champions. Pero volvamos al pasado.
Nos movemos al 1974, primera final de Atlético de Madrid en la Copa de Europa. Frente al Bayern de Beckenbauer. Se vivirían unos noventa minutos de infarto sin goles.
Correría en el minuto 114 cuando el eterno ‘8’ del Atlético de Madrid, Luis Aragonés, se disponía a lanzar esa falta imperfecta, todos sabíamos que iba a entrar debido a los saltos de Luis desde antes de que el balón besara la red.
Quedaban seis minutos y el Atlético de Madrid sería campeón de la Copa de Europa. Minuto 120 y Schwarzenbeck metió el gol de su vida, en el último suspiro. Desde más de 30 metros decidió sacarse un tiro de la bota increíble. Las finales entonces eran a dos partidos en caso de empate, no existía la tanda de penaltis y ya todos conocemos el fatídico final… En el segundo partido, el Bayern nos goleó con un 4-0 y la Copa de Europa fue suya, pero la venganza se sirve fría, si puede haber venganza tras perder una final como aquella de la Copa de Europa…
El 15 de abril de 2016 se haría el sorteo de las semifinales de la Champions League y el Atlético de Madrid le tocaba bailar con la más fea, como siempre, se enfrentaría al Bayern de Múnich, y a nuestras cabezas de inmediato venía ese gol de Luis. El 27 de abril daría lugar la ida de semifinales en el Estadio Vicente Calderón. Aquel día el Atleti jugó con trece jugadores, el once titular, esa afición entregada desde el minuto 1 hasta el 90, y por supuesto el espíritu de Luis Aragonés. El partido de ida fue un partido en el que el conjunto del Cholo sabía que tenía que aguantar al entonces conjunto de Pep Guardiola, por la capacidad de gol que tiene, pero ni mucho menos iban a quedarse atrás. Corría el minuto 30, cuando Saúl Ñiguez cogió el balón en el centro del campo y por decirlo de una forma coloquial “dejó sentado a medio Bayern” para terminar recortando en el área y ajustar el balón al palo largo del guardameta alemán, Manuel Neuer, donde no podía llegar.
Tras ganar el partido en el Calderón tocaba visitar el Allianz Arena, el Atlético de Madrid llegaba con la ventaja del gol del mediocentro, Saúl. El Bayern salió con todo y se adelantó en el marcador con un gol de falta del exjugador del Real Madrid, Xabi Alonso. Minutos más tardes el árbitro señaló un penalti a favor del conjunto alemán, todos los colchoneros estaban rezando a su Dios, por un momento, fue Jan Oblak e hizo su trabajo, paró el penalti a Thomas Müller. En la segunda parte el Atleti salió más lanzado y Antoine Griezmann, a pase de Fernando Torres, batió en uno contra uno a Manuel Neuer. Todos sabíamos que el sufrimiento que se avecinaba. El Bayern estuvo atacando la portería de Oblak sin dar un respiro al esloveno. Apenas 20 minutos más tarde, Lewandoski respondió con un potente remate de cabeza. La espera hasta el minuto 90 fue extenuante para los rojiblancos. El árbitro pitó el final y la locura entró por las venas a los jugadores, aficionados, cuerpo técnico y directiva del Atlético de Madrid. Dos años después llegábamos a una final. Oblak salvador con el penalti y Griezmann con su gol.
Muchas penas y glorias para haberse jugado apenas cuatro partidos entre ambos, correspondientes a dos eliminatorias (por denominar de algún modo a la final a doble partido del 74). Pero ya sólo queda pensar en una cosa, que es el encuentro de este miércoles en el Vicente Calderón, donde se volverán a ver las caras Atlético y Bayern.
