
FOTO: AtléticodeMadrid
El 3 de enero era la fecha marcada en rojo. Era el regreso de Diego Costa. Era el regreso del navajero del gol. El Lleida en frente y un 2018 entero por delante. El Cholo decidía, de inicio, dejar al de Lagarto en el banquillo. Pero iba a tener sus minutos. Y qué minutos. Minutos de Diego Costa en estado puro. Lo que los atléticos reclamaban con su llegada. Gol, lucha, coraje, garra, bronca… Diego Costa llevaba seis meses encerrado y un loco anda suelto. Un partido que ha dejado sustos y alegrías. Así es Diego Costa, un macarra, rojiblanco y goleador.

Saltaba al terreno de juego el de Lagarto y GOL. Así es el. Un centro lateral de Juanfran, Costa al suelo y manda el balón al fondo de la red. Qué mejor manera de volver. Un gol que llevaba susto. Costa, tras la celebración, se iba al suelo y se llevaba la mano a su pierna derecha. Caras de dolor y susto entre los aficionados. Parecía grave. Pero no, un plantillazo había dejado los tacos en la tibia de Costa. Un dolor que ya conoce el de Lagarto. Allá por 2014 ya sufrió un golpe contra el poste en el Coliseum que le abrió la pierna. Eso sí, su tibia resistió. El de Lagarto regresaba al terreno de juego, no había vuelto para irse.
Tras esto, una clase magistral de un Costa en estado puro. Trabajo constante del de Lagarto y una pequeña bronca con un jugador del Lleida. Recibía el ariete un balón de espaldas y era empujado por detrás. Eneko Satrústegui, defensa del Lleida, se desentendió del balón y fue a por el hispano-brasileño. Este se levantó cabreado y fue a pedir explicaciones. Así como es él. Finalmente se abrazó al defensor y todo quedó en nada. Bueno, en nada no, en lo que es Costa. Un navajero del gol.