Foto: Club Atlético de Madrid
El Atlético de Madrid entregó este domingo, coincidiendo con el Día de las peñas, las insignias de plata a los socios colchoneros que cumplían 25 años de abonados. Un acto que todo aficionado espera, por fidelidad y amor a unos colores, pero que dejó en evidencia la situación actual del Atlético. Y es que muchos fueron los socios, que han demostrado durante estos 25 años su amor a unos colores, que salieron más que disgustados del acto de entrega de estas insignias por parte del Atlético. Un acto que ha llevado a Ricardo, uno de esos colchoneros que cumple 25 años, a señalar horas más tarde: «mi sentimiento por lo de ayer, va pasando de decepción a cabreo«.
Lo que no sé, por qué cambió esto, porque me consta que, justo antes de la pandemia, no era así. Conozco a amigos que tienen con un gran recuerdo de ese día.
No lo has podido definir mejor, Ennio. Ahora mismo mi sentimiento por lo de ayer, va pasando de decepción a cabreo.— Ricardo (@ricoalca) October 10, 2022
Sin embargo, quién ha dado voz a esta situación y ha dado la voz de alarma ha sido Ennio Sotanaz, compañero de Ctxt.es y escrito de Memorias del Calderón. Ha dado la voz de alarma por la pérdida de pertenencia que está acusando el club y que se ha demostrado en la entrega de estas insignias por parte del Atlético a sus socios. Y hablamos de seguidores que no llevan 3 meses y por la corriente de clientes creada en los últimos años. Sino socios de amor y pasión por unos colores. Y es que el propio Ennio soñaba con este día desde su infancia: «Cuando de pequeño descubrí que los clubes de fútbol entregaban insignias a sus seguidores más fieles, soñé con llegar a ser uno de ellos algún día«. Pero eso que soñaba desde niño «no se pareció a ninguna de las versiones que durante años había imaginado«.
Pero la cosa no queda ahí. Fue como un paseo para ganado con «carteles que indicaban por donde había que pasar». Una situación que se incentivó con la falta de un «discurso» de alguna de las leyendas del club. Y es que hablamos de seguidores que han dado mucho por el club durante los últimos 25 años. Una situación que resumen en el siguiente hilo de twitter.
HILO COMPLETO SOBRE LA ENTREGA DE INSIGNIAS
«Cuando de pequeño descubrí que los clubes de fútbol entregaban insignias a sus seguidores más fieles, soñé con llegar a ser uno de ellos algún día. Ayer llegó ese día, después de 25 años de socio, pero no se pareció a ninguna de las versiones que durante años había imaginado. Conozco aficionados del la Real, Athletic o Valencia que han recibido algo parecido. Todos cuentan con orgullo quién y cómo se la entregaron. A mí me la dio un chaval con acné, seguramente voluntario, que no sé cómo se llamaba. La cogió de una montaña de cajas que había detrás.
El acto no fue acto. Se pareció más a una visita guiada por el estadio, pero sin guía. Como ir a ver a los cocodrilos en Faunia o esperar la cola de una atracción de la Warner. No exagero. Unos carteles indicaban al ganado por dónde había que pasar. Ni un discurso. Ni un gesto. El momento cumbre de la experiencia, ojo al dato, fue esperar varios minutos para hacerme una foto con… Camacho. Sí, el del Málaga (jugó 6 veces más partidos allí). Alguien de la fila me preguntó que “quién era ese” y yo lo dudé, la verdad. Él, por cierto, fue muy amable.
Después de pasearte por zonas VIP con máquinas de cortar jamón y tiradores de cerveza que jamás cataremos, nos dieron un vale en papel para canjear por una cerveza en un puesto de la calle. Si era sin alcohol tenías que pagar un suplemento de 2€. Todo clase y elegancia. ¿El resto? Pues un paseo por el estadio sin emoción, ni magia, ni calor. Hordas de colchoneros que se repartían como podían por las zonas habilitadas. El Atleti no estaba allí. Si acaso lo llevábamos nosotros. Ni una sonrisa. Ni una mentira que te hiciese sentir especial. Porque esa es la clave: si en un día así el Atleti no sólo no es capaz de hacerte sentir especial, sino que te convoca en el estadio para hacerte sentir un puto número, está claro que eso es exactamente lo que eres.
Y por mucha rabia que me produzca, esa es la cruda realidad. La insignia está en una caja dentro de mi mesilla. Y ahí se quedará. Hubiese preferido que me la enviaran por correo. Habría sido mucho más honesto. No es la primera vez en mi vida que me enamoro de alguien que me ignora o me desprecia, pero esta es sin duda la que más me duele«.
