Fatídico minuto 85 aquel, donde parecía que lo peor de aquel partido en Riazor iba a ser el empate que nos iba a dejar quintos y que al día siguiente la prensa sensacionalista se iba a hacer eco de una presumible crisis en el cholismo, pues no, lo peor le iba a pasar al Niño de todos los atléticos, prosigo con mi historia, corría el minuto 85 de un partido aciago donde los 11 mohicanos no conseguían derribar a un buen Deportivo, saque de banda a favor de los colchoneros y despeje malo por parte de la zaga rojiblanco, pero allí estaba él, el que todo lo remata, nuestro «Niño» haciendo de defensa para conseguir sacar ese balón y quitarnos del peligro, salto hacia arriba y Alex detrás… ahí, ahí paso, todo los corazones de todos los rojiblancos en un puño, lágrimas en ojos de todos los espectadores y presumiblemente de todos los jugadores, el héroe croata saltó hacia Torres como si de su propia sangre y familia se tratase, allí estaba Sime para actuar de salvador, en las retinas de todos se nos quedará como el Gran capitán y el héroe sin capa salvaron la vida de nuestro «Niño», 5 minutos de angustia donde los servicios sanitarios allí presentes examinaban el alcance de este golpe, 5 minutos donde para todos fueron horas, días, meses hasta que nuestro capitán levantó el dedo como si de el dependiese la vida del reo en el coliseo romano, ovación de todo Riazor, gentuza aparte.
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La noche fue de infarto para todos los colchoneros, noche de insomnio esperando que el móvil sonará y que fuera el propio jugador llamando a todos y cada uno de esos aficionados que estaban en vela esperando que una buena noticia cayera desde el cielo, bueno más bien desde La Coruña, todo buen aficionado cuando se levantó cogió su dispositivo móvil para ver corriendo si el «Niño» estaba fuera de peligro, en efecto nuestro «Niño» estaba bien, había quedado en un susto, un gran susto. Ese mismo día se le daría el alta médica y 48 horas después llegaría ese «Niño», nuestro «Niño» a casa, esperando que todos le pudiéramos abrazar y corear.
Domingo Día 5 de marzo de 2017, Vicente Calderón 16:15, cuarenta y ocho horas después del día «D», el equipo rojiblanco iba a disputar una final para las aspiraciones a nuestros objetivos, pero muchos estábamos pensando también en cómo iba a ser el recibimiento de nuestro «Niño». Por esos lares llegaría el minuto 9 de la segunda parte donde todo el estadio, todos esos padres de distintas edades alzarían su voz como si de su vida dependiera para corear el nombre de aquel niño que un día se hizo grande y que en el minuto 85 se volvió otra vez nuestro niño.

 
         
        