
El Atlético de Madrid ganó, que es lo que hay que hacer en Liga, aunque no con las mejores sensaciones ante un buen Girona. Una Liga es muy larga y aunque no lo parezca, aquí se trata de ganar.
Tras la derrota en Brujas, aquí lo que había que hacer era sumar. Como fuera y de la manera que fuese, pero sumar tres puntos. Y ahí apareció el que siempre lo hace. Ese jugador que nunca dice una palabra más alta que otra, que trabaja aunque sea suplente y que siempre está. Correa respondió a la titularidad de Simeone e hizo el primero de la tarde nada más comenzar. Llegada por la izquierda, centro lateral de Griezmann y el argentino no falló. Parecía tarde plácida en el Metropolitano. Un primer tiempo en el que los colchoneros pudieron ampliar la ventaja, por medio de Cunha, y el Girona lo intentó sin suerte por medio de un activo Riquelme. Un primer tiempo con una presión efectiva pero con Correa como único goleador.
Y nada más comenzar, volvió a aparecer el de siempre. Correa presionó a Juan Carlos, que se equivocó y puso el Segundo el argentino. Gol de pillo, de jugador astuto, de los que están ahí. Tras ello, Nahuel pudo sentenciar pero se topó con el guardameta rival. Y a partir de ahí, a sufrir. La ventaja era mínima y un gol metía en el partido al Girona. Y una tuvo, con algo de fortuna, con un zapatazo de Riquelme, que desvió Giménez y despistó a Oblak. Recorta a distancias el cuadro catalán y pudieron hacer el empate. Tocaba apretar las líneas, hacerse fuerte y evacuar balones. Y en la más clara, Oblak salvó al equipo con una manopla con la que desvió el balón a la madera. No fue la única vez que se topó con la madera el cuadro visitante. Pudieron empatar pero el Atlético se salvó y se impuso al Girona en la jornada 8 de Liga.