
Foto: Atlético De Madrid
Hace unos meses no pudimos dejar de dar palmas con las orejas cuando la Liga anunció que a partir de esta temporada se iba a utilizar el videoarbitraje. Por fin el famoso VAR estaba aquí. Por fin los arbitrajes iban a ser más justos y se iban a evitar ciertas tropelías. En lo que no habíamos caído muchos era que el VAR iba a ser aplicado por los Munuera, Mateu, Undiano y, como no, Gil Manzano, ese viejo amigo. Todos pudimos ver en el último Mundial como todos los árbitros, incluso los de países exóticos que no son precisamente potencias futbolísticas, arbitraron según las instrucciones emitidas por la FIFA para que el videoarbitraje fuera realmente eficaz. Se puede decir que después de 64 partidos así fue. Más allá del posible penalti sobre Piqué en el partido de octavos ante Rusia, no recuerdo ningún fallo más. Un único fallo en 64 partidos, contra un sinfín de decisiones acertadas es un ratio más que aceptable.

Anoche, Gil Manzano y sus asistentes obviaron la premisa principal que hay que seguir ante esta nueva era del arbitraje: abstenerse de pitar o levantar el banderín ante la más mínima duda sobre la jugada, y si ésta acaba en gol entonces revisarla. Pues bien, sólo en la primera parte, un fuera de juego inexistente pitado a Griezmann, cuando ya se disponía a encarar el área, otro a Diego Costa y finalmente una mano que no era de este último cuando ya se disponía a encarar a Neto para hacer el 0-2. En todas estas jugadas, lo más fácil hubiera sido dejar seguir el juego y observarlas después en el caso de que hubieran acabado en gol, pero Gil Manzano y sus linieres no necesitan tecnología, se bastan ellos solos. Verlo después es de cobardes.
VAR aparte, el Atleti metió mucho miedo en la primera parte. Diego Costa es el de la 2013-2014. Rapidísimo e inspirado fue un constante suplicio para la defensa valencianista, especialmente para Garay, que tenía que haber sido expulsado nada más comenzar la segunda parte cuando agarró al de Lagarto a un metro del área. El ínclito Gil Manzano no pitó ni falta porque si lo hacía tenía que expulsarle. Costa lo hizo todo bien, menos tirarse a ras de suelo para rematar una excepcional contra lanzada por Juanfran y conducida por un magnífico Correa, que tras el partido del miércoles en la Supercopa y el de ayer, parece que definitivamente ha dado un paso adelante. Ahora es un jugador reposado que elige bien. En otro momento, el gol que marcó habría acabado en Neto o fuera. Esta vez culminó el balón de seda que le puso Griezmann a contrapié de toda la defensa para girarse con calidad y determinación y definir con tranquilidad.
La segunda parte fue bien diferente. El mes de agosto y los 120 minutos de la Supercopa empezaron a pesar en las piernas. Eso y que el Valencia apretó de lo lindo. Llegó el empate. Después un palo y un paradón de Oblak, que ya empieza a salvar puntos. Los últimos 10 minutos, con los dos equipos muertos, el partido fue un correcalles. Vitolo y Gelson entraron como refresco. Lo intentaron, pero les faltó algo de determinación. Thomas también entró y se dispuso como en la Supercopa, pero esta vez salió con una torrija mental de consideración. Y en la última jugada Gameiro solo ante Oblak remató de manera inocente a las manos del esloveno. De qué nos sonara eso… Al final, reparto de puntos, en un partido que se podía haber ganado, pero también se podía haber perdido. La tónica habitual del debut en Liga en los últimos cuatro años es empezar con un empate, pero el de anoche fue frente a un gran rival y en un campo muy difícil. Lo importante, las magníficas sensaciones hasta que duró la gasolina. Ahora calma y a seguir. Esto no ha hecho más que empezar. Y ya que el VAR a entrado en el arbitraje, puestos a pedir, únicamente pido que los árbitros entren en el VAR.