
Foto: Atlético de Madrid
El Atleti volvió a ser el Atleti en Anoeta. Como empezó a serlo hace 10 días en el Metropolitano ante la Juve cuando peor pintaba todo, después de dos derrotas consecutivas ante el Betis y el Madrid que, en condiciones normales y si el VAR fuera lo que tendría que ser, no se tendrían que haber producido nunca. Los del Cholo vuelven a ser un bloque en el pleno sentido de la palabra. Tras cuatro victorias consecutivas, parece que han quedado atrás las dudas de medio campo hacia atrás y la falta de contundencia en el área rival. El equipo ha recuperado la identidad y ha vuelto a hacer de la solidaridad su valor más importante, echando el candado en el área propia y recuperando el instinto asesino en el área rival. A todo ello hay que sumar la recuperación de un arma que parecía perdida desde hace demasiado tiempo: el balón parado. Uno de los principales responsables de esta gran mejora es, sin duda, Álvaro Morata, del que se puede decir abiertamente que ha caído de pie en el Atlético de Madrid a pesar de las dudas de los agoreros de siempre y de los del prejuicio fácil. Simeone, al que todo esto último le resbala profundamente, ha encontrado la pieza que le faltaba al equipo ante la falta de continuidad de Diego Costa por sus problemas físicos durante toda la temporada y la intrascendencia de Kalinic.
Morata, que se mueve con el desparpajo del que tiene automatizado todo lo que le pide su entrenador llevando menos de un mes aquí, es el decálogo perfecto de lo que Simeone le pide a un 9: juego de espaldas, habilidad para sacar al equipo cuando más reculado está, capacidad para buscar los espacios a la espalda de la defensa rival gracias a su potencia y, sobre todo, remate. Con ambas piernas y de cabeza, recuperando el juego aéreo que tantas alegrías dio hace algunos años y que se había perdido con la salida de Raúl García y la llegada de delanteros como Vietto o Gameiro. Desde que ha llegado, Morata ha hecho subir al marcador dos espectaculares remates de cabeza y un gran remate con la izquierda la semana pasada al Villarreal y otros dos golazos al Madrid y a la Juve que por capricho arbitral se perdieron en el limbo, junto con otros dos penaltis sufridos.
Lo más importante es que la recuperación de las esencias, resumidas perfectamente en el partido disputado en Anoeta y traducidas en la habilidad para ser un equipo coral en el repliegue que constantemente pone trampas a su rival, así como en la pegada arriba, llega en el momento más importante de la temporada. Momento en el que también se ha recuperado a un Diego Costa que estuvo enorme contra la Juventus y que tiene aún mucho que decir de aquí a 3 meses. Como ya saben, lo mejor está por venir. Que así sea.