Llegaba el Atleti ante lo que se conoce claramente como partido trampa: venía tras partido de Champions, ante un rival herido inmerso en una racha negativa de resultados y sin el resucitado Antoine Griezmann. Hablando de la Champions, después de la eliminación, en el transcurso de la semana hemos tenido que asistir a la enésima lección por parte de los pregoneros de la verdad única de cómo deberíamos sentirnos tras semejante ‘fracaso’ y del drama que supone tener que jugar la Europa League. El colmo lo puso Simeone cuando dijo que a pesar de haber quedado eliminados estamos bien, aún reconociendo que es un palo muy gordo, que efectivamente lo es. ¿Cómo puede ser que un entrenador diga que estamos bien después de quedar eliminado? Habría que llevarlo al cadalso inmediatamente. Solamente un entrenador perdedor de un equipo de perdedores puede hablar así, cuando todo el mundo sabe que un ganador de verdad no se enfrenta así a la vida.

En estas, como digo, visitábamos al Betis, cuyo entrenador en la rueda de prensa previa matizó aquella crítica hacia Simeone hace un par de meses después de empatar en el Metropolitano ante el Barça. En aquella ocasión, Setién dijo que prefería perder 5-0 y atacar sin parar a empatar encerrado atrás, como según él hizo el Atleti ese día. Hoy el Atleti ha sufrido un dominio abrumador durante los primeros 20 minutos en juego e intensidad, pero sin sufrir excesivamente en el área. Pasado ese momento, en la primera jugada hilvanada por los del Cholo, llegó el gol de Saúl, que cuando marca suele ser sinónimo de tres puntos. Un minuto después Correa tuvo el 0-2, pero tiró muy centrado. Ahí finalizó el partido para unos y para otros. El Betis sobó y sobó el balón, pero moría en la línea de tres cuartos de ataque. Únicamente un gran tiro de Tello que despejó, enorme una vez más, Oblak tras un mal despeje de Savic pudo alterar el resultado. Así fueron llegando los minutos finales y el Betis fue muriendo poco a poco. Posesión, posesión y más posesión sin ningún resultado.
No había terminado Hernández Hernández de señalar el final del partido y ya había voces clamando contra el atentado que el Atleti acababa de perpetrar contra el buen gusto. El antifútbol ya estaba aquí otra vez. Porque no hay derecho a que de dos ocasiones, aproveches una y gracias a la solidaridad de todos los que salieron como titulares o desde el banquillo el rival no sea capaz de hacerte daño por más que lo intente. No hay derecho a ganar con las señas de identidad que te han llevado a una Liga y a dos finales de Champions, derrotando a las mayores superpotencias futbolísticas. No puede ser que un equipo acabe el partido con Vrsaljko, Godín, Savic, Filipe, Lucas, Giménez, más solo un 30% de posesión, se lleve el partido. No puede ser que semejantes tuercebotas lleven un año redondo sin perder fuera de casa, que estén imbatidos en Liga a 10 de diciembre. Por ello, a todos los que miran a los demás desde la superioridad moral que supuestamente les da el concebir el fútbol de una determinada manera, tanto como para afirmar que es mejor perder que ganar o empatar de esta manera. Les diría solamente una cosa: que tengan cuidado con lo que desean, porque se puede llegar a cumplir. Pregúntenle a Setién.