Volvió a repetirse la historia reciente de los últimos partidos del Atleti. La de disponer de innumerables ocasiones para ganar sin apreturas, la de no hacerlo y la de conceder un gol de cabeza tras, esta vez, la salida de un córner. Una vez más se comprobó que el equipo está sostenido por Oblak, Thomas, Saúl y Correa. Este último el único que aporta algo diferente arriba. El único que busca cosas distintas y que tiene confianza. Fue un constante dolor de muelas para el Villarreal arrancando desde la banda derecha hacia el centro para, bien romper a la defensa con una de sus gambetas de fantasía o bien para buscar un balón interior hacia Griezmann y Gameiro. Lo intentó absolutamente todo el argentino y casi todo lo que intentó le salió, especialmente su esquisitez de gol, precedido de un control orientado absolutamente mágico en el que el balón y el tiempo quedaron suspendidos por un momento antes de definir por el único hueco posible.

Antes de ese momento el Atleti las había tenido de todos los colores. Gameiro, Saúl, Godín y Thomas se encontraron con Barbosa, con Mario Gaspar en la misma línea de gol o remataban fuera. El descanso dejó en los videomarcadores la cifra de 14 remates a portería de los rojiblancos. También dejó una imagen reconocible de este equipo, recuperando su versión más auténtica, tras estas últimas semanas de muchas dudas y poco juego. Gameiro tuvo el 2-0 en un mano a mano absolutamente franco que estrelló en Barbosa. Nuevamente muy gris el francés. No ganó ni una sola disputa con la defensa del Villarreal, estuvo completamente perdido en el césped y para colmó falló las dos ocasiones de que dispuso, especialmente la segunda. A partir de ese fallo, el equipo dio un pasito para atrás y trató de hacer lo que antes le salía tan bien. Cerrarse y hacer morir el partido lentamente. Ahora, ya sea por falta de contundencia en el área rival, por aguante físico, por falta de confianza o por lo que sea, aparecen grietas y no se consigue tener el control del juego. Así, a 10 minutos del final, Bacca remató un córner por encima de los centrales el partido se cerró con un empate que sabe a poco, pero que mantiene al equipo invicto y entre los cuatro primeros. Ciertamente, puede que sea un triste consuelo, pero en este momento, con la que está cayendo por muchos motivos, pensar en algo más que mantenernos entre los cuatro primeros en Liga e intentar clasificarnos para octavos antes de que acabe 2017, a la espera de lo que venga después, es un pensamiento fuera de la realidad. Tampoco me parecen cualquier cosa estos logros en la situación actual. No creo que sea el único en notar un ambiente tremendamente enrarecido en todo lo que rodea al equipo. Y mucha histeria hacia Simeone y hacia la plantilla entre cierta parte de una afición que hace solamente unos meses se sentía orgullosa por no ser como ellos. ¿Que el equipo está atravesando problemas? Sí. ¿Que hay jugadores en muy baja forma? También. ¿Que hay otros que no estarían aquí, de no ser por la sanción, siendo ellos mismos los primeros que son conscientes de ello? Por supuesto. ¿Que los años no pasan en balde? Innegable. El primero que sabe todo ello es Simeone, y aún así ha renovado hasta 2020, sin ser el responsable de esa sanción por la cual no se ha podido renovar una plantilla que él veía que estaba dando síntomas de agotamiento. Hoy muchos hablan de exigirle y le echan la culpa de los males del equipo. Exigencia es precisamente lo que él ha instaurado en un club que no tenía esa palabra en su vocabulario. No creo que, por gusto, decida realizar un único cambio de los tres posibles. Viendo lo que hay en el banquillo, a lo mejor no es tan raro si de lo que estamos hablando es de exigencia.
Hace también hace unos meses, al finalizar el último partido en el Calderón, el Cholo afirmó, micrófono en mano desde el mismo césped y entre aclamaciones de los 55.000 presentes (incluidos los que hoy hablan de exigencia), que seguía porque este club tiene futuro. A pesar de la dichosa sanción, y de lo que podía acarrear, dijo plenamente convencido que había futuro. Con él siempre lo habrá. También dijo que el futuro somos todos nosotros… De eso tengo más dudas.