Más allá del hecho de debutar en pretemporada después de la paliza de rigor en Los Ángeles de San Rafael, ante un rival que celebraba su centenario, en una ciudad situada a más de 2.600 metros de altitud, se puede decir que el partido del Atleti en Toluca no tuvo mucha más historia que los esfuerzos que había que realizar para no quedarse dormido a las horas intempestivas españolas en las que jugó el encuentro.

Arrancó Simeone con su vieja guardia, con su reconocible ejército titular, salvo Lucas por Godín, Gabi y Augusto en la medular, casi diez meses después de que el argentino se destrozara la rodilla dejando cojo el medio centro durante el resto de la temporada. Fue Augusto una de las pocas cosas potables durante la primera parte. Se le vio activo, enchufado y con criterio, salvando que, como no podía ser de otra forma, aún le falta ritmo de competición. Lo mismo que Gabi, que ya puede ser febrero, abril, julio o agosto, porque él no entiende de amistosos, pretemporadas o partidos de Champions. Siempre va a jugar a la misma intensidad.
Acabó la primera parte, con un atisbo de oportunidad de Griezmann y con un Toluca más rodado que dominó en todo momento y tuvo algún acercamiento peligroso.
La segunda parte arrancó con otro once totalmente distinto, el de los supuestos segundos espadas, pero tampoco cambió nada extraordinariamente. Un buen disparo de Thomas que rechazó Talavera como pudo y alguna que otra diablura de Correa hicieron que fueran pasando los minutos hasta que el árbitro pitó el final y todo acabó como empezó. Por no haber no hubo ni penalties. Visto lo visto, casi mejor…
En resumen, típico partido de pretemporada. Piernas pesadas, pocas ideas, poco ritmo y falta de fluidez. Lo que no se echó de menos fue la intensidad y el carácter. Las señas de identidad. Es solamente el comienzo. Adelante.