Como cantaba la banda de Carlos Tarque «Para empezar, diré que es el final. No es un final feliz, tan solo es un final«. Pues bien, así es. La Liga de manera oficiosa ha terminado para el Atlético de Madrid, que solo se jugará el honor en el último partido en casa frente al Celta. Perder sabe mal, más aún en el clima de ilusión que entre todos hemos construido en estos últimos dos meses. Queda como único consuelo, ¡y qué consuelo!, una final de Champions. Ahí es nada. Quedan dos semanas para el gran día, para aprovechar nuestra segunda oportunidad. Antes de que llegue, toca analizar el enorme campeonato liguero que ha realizado el Atleti.

Con hasta 10 fichajes, la mitad de la plantilla se renovó. Lo hizo de tal manera que el Atleti se convirtió en la tercera plantilla más joven de primera. Inexperiencia frente al piezas consagradas como Godín, Torres, Gabi. Los inicios dubitativos, la falta de gol, la inadaptación del segundo fichaje más caro del Club. Todo ello contribuyó a un cierto desprecio de atléticos de nuevo cuño, que desmerecieron el trabajo de Simeone y los suyos, y se aventuraron a decir que estábamos ante un cambio de ciclo. Pues meses más tarde, y con mucho trabajo realizado (y el que todavía queda) han conseguido llegar a la jornada 37 de Liga con opciones de ganarla, y se encuentran a 90 minutos (a priori) de conseguir la Champions.
Las sorpresas más refrescantes del Atleti, las que hacen que los aficionados soñemos con un futuro esplendoroso son las que ha protagonizado: Correa, Carrasco, Lucas Hernández y Saúl Ñíguez.
El argentino se ha convertido en el último tramo de temporada en la auténtica alternativa a la dupla Griezmann-Torres. Su efecto como agitador de partidos ha dejado 9 goles. Nos ha conquistado su afán de superación tras su operación de corazón.

Yannick llegó como un desconocido. Le costó hacerse hueco, y finalmente explotó. Dejando rivales a su paso rivales con su zancada y su regate. Las molestias en su tobillo están haciendo que su final de temporada luzca menos de lo que ha sido a lo largo del año, un puñal mortal.
El hijo de Jean François parecía destinado a buscar minutos fuera del Calderón en invierno. Simeone le convenció de quedarse. Al mes siguiente, con la plaga de lesiones en defensa le dijo: el trabajo paga. Se convirtió en el protagonista de la defensa frente al Barça, y en buena parte de este último tramo liguero. Aunque todavía tiene defectos que pulir, estamos sin lugar a dudas ante un central que de seguir así marcará una época en el conjunto rojiblanco.
Y por último Saúl. Que no ha parado de asombrarnos desde que tuvo que ocupar el hueco dejado por Tiago hasta eclipsar su memoria y asumir un protagonismo inesperado. Durante buena parte de la temporada fue el segundo goleador del equipo. Decisivo en momentos clave como en la eliminatoria frente al Bayern. El señor Ñíguez Esclapez puede firmar su consagración en la final de Milán.
De las decepciones hablaremos otro día. Hoy solo queda agradecer el enorme esfuerzo a un equipo que ha competido de tú a tú, en inferioridad de condiciones, contra los dos colosos del continente. El año que viene volveremos a por más pero antes pasaremos por Milán.
