
Foto: Atlético De Madrid
Transcurría la celebración por el logro de la Supercopa europea en medio del mismo tedio que transcurrieron los primeros 90 minutos de la Liga 2018-2019 en el Metropolitano hasta que tomaron la palabra Godín, primero y Simeone, después. Todo lo demás sobró. La parafernalia de luces, la presentación uno a uno de toda la plantilla, el speaker, la música cutre… y el partido en sí. Godín, primero y Simeone, dieron exactamente con tecla, especialmente el Cholo: «No hagan caso a lo que digan de fuera…» y lo repitió una vez más con toda la intención del mundo. Y es que tradicionalmente en este club es mucho más dañino el elogio envenenado y el falso ensalzamiento de sus virtudes, que el famoso «el Atleti aburre» o «el equipo de los violentos».

Tras la Supercopa y el primer tiempo en Mestalla no hemos parado de escuchar frases como que el Atleti tiene la mejor plantilla de su historia, que es un superequipo, que con las últimas incorporaciones tiene que jugar a otra cosa, que es aspirante a ganarlo todo al mismo nivel que Madrid y Barça, que si se ha gastado tanto en fichajes y que si la abuela fuma… No se confundan. Todo lo que sea apartarnos de lo que nos ha llevado hasta aquí en los últimos 7 años será un error. Lo que hoy son loas y caricias en el lomo mañana serán cuchillos por no cumplir los objetivos. Godín lo sabe. Simeone también. Partido a partido, trabajo, humildad y compromiso. Ambos lo dijeron bien claro. Todo lo que se aparte de este camino implicará que cualquiera pueda pintarte la cara, como a punto estuvo de hacer el Rayo ayer. Porque si algo salvó al Atleti del desastre anoche fue la propia candidez de los visitantes y, como no, Oblak, para el que, al contrario que el resto de los mortales, da igual que sea agosto, enero o abril, como le daría igual jugar en la Tierra, Marte o Saturno. Esa parada a bocajarro en el minuto 89, junto con las dos de Valencia hace unos días ya han significado puntos y solamente estamos en la segunda jornada. El resto del partido fue un constante querer y no poder del Atleti, que lo intentaba con ahínco y un punto de ansiedad, pero acababa muriendo siempre en el último pase, incapaz de superar la tela de araña de un Rayo que, tras el varapalo sufrido en su estreno liguero ante el Sevilla, se aplicó con mucha más intensidad en la contención. Únicamente Lemar y Correa mostraban la movilidad y el atrevimiento necesario para agitar el planteamiento de Míchel. Sin Koke, el balón no circulaba como debía. Rodri y Saúl no le daban la suficiente velocidad al juego y al Atleti le costaba un mundo acabar las jugadas.
En la segunda parte, el Atleti se volcó definitivamente en busca del gol, que afortunadamente llegó antes del bajón físico del equipo. Uno de los múltiples saques de esquina lanzados fue rematado en el área pequeña por Griezmann, el más listo de la clase a pesar de estar aún lejos de su mejor estado físico.1-0 y a respirar… hasta los agónicos 10 minutos finales con el equipo tieso de fuerzas, aculado en el área e incapaz de salir de allí y sujetado por el mejor portero del mundo. Primera victoria y a dejar de pensar en cosas distintas que no sean Vigo y el Celta. Lo demás es veneno, por más dulce que pueda ser su sabor. «No hagan caso…»