
Foto: La Liga
Hace aproximadamente un año, en esta misma sección, tras un varapalo de similares proporciones y en la misma competición que el sufrido ante el Sevilla, hablábamos sobre lo difícil que es entender el hecho de que, a pesar de tener al mejor jugador del mundo en su puesto, no hagas uso de él tratándose de un título oficial al que se supone que aspiras ganar. Llámenme loco, pero yo lo veo como una renuncia más o menos implícita (o explícita) a disputarlo. Máxime cuando el que le sustituye está a miles de años luz de distancia.
Cuando has sido portero en tus años mozos y ahora que ya no lo soy, pero mis obligaciones paternales me obligan a asistir a multitud de entrenamientos y partidos desde hace varios años, los entrenadores siempre han repetido una máxima a los porteros, que acuñó por primera Di Stéfano cuando era entrenador del Valencia: «No te pido que atajes los tiros que vayan dentro, pero por lo menos no te metas los que vayan fuera». Pues bien, en la ida Adán se metió el que iba fuera, y en la vuelta no ha sido capaz de parar ninguno de los únicos 3 disparos a portería del Girona en 96 minutos de partido. Ni lo uno ni lo otro. Exactamente lo mismo que vivimos en enero de 2018 con Moyá: se metió la que iba fuera y no paró ninguna de las que iba dentro. A ello hay que añadir un pésimo y desconocido balance defensivo en el que los mediocentros defendían a la misma altura que los centrales, facilitando el primer y el tercer gol o se permitía un remate de cabeza sin ni siquiera molestar en la jugada a balón parado del segundo gol.
Paradógicamente y en contra de lo visto en las últimas fechas, el Atleti creó multitud de ocasiones durante todo el encuentro y llegó con constante peligro al área rival. Aparte de los 3 goles, más el de Arias no concedido incomprensiblemente por Mateu ni por el VAR, hubo 2 palos, paradas de Iraizoz y disparos que se escaparon por muy poco. El Atleti ayer tuvo gol, pero no tuvo consistencia alguna de medio campo hacia atrás, sin hablar de la portería, de la que ya está todo dicho. De nada sirvieron los esfuerzos de Correa, Griezmann, Thomas o Saúl, que, por cierto, es el nuevo inquilino de la extensa enfermería. Un dejà vu de lo vivido hace un año ante el Sevilla elevado al cuadrado nos deja fuera de la Copa después de tener encarrilada la eliminatoria en tres fases diferentes de la misma. Es lo que tiene estar empeñado en meter los balones que van fuera y no parar ninguno de los que van dentro.