
FOTO: AtléticoDeMadrid
Pues ahora sí. Hasta aquí hemos llegado. Después de noventa minutos, en los que a partir del gol de Koke, el Getafe decidió que había que llevar el partido al terreno del Derecho Penal, el Atleti se encuentra, ya sí, con la final de Lyon en el horizonte más próximo, y lo hace con todos sanos y enteros. Tras el gol de Koke pensamos que no iba a ser así .
Y es que el Getafe confundió la intensidad y la agresividad con la mala intención y las ganas de hacer daño. Especialmente Damián, que ayer agotó el cupo de lo que un ser humano puede repartir en varias vidas. Por supuesto, terminó el partido sin una sola tarjeta, cuando en el primer tiempo hizo méritos para acabar en el vestuario. Ese es el nivel.

La segunda parte continuó con el Getafe buscando el empate y el Atleti conteniendo sin sufrir mucho. Todo ello hasta que a Alberola Rojas se le ocurrió inventarse un penalti de Godín a Ángel para culminar su calamitosa actuación. Penalti que sirvió para que Jan Oblak agrandara su leyenda un poco más. Como no podía ser de otra forma, se llevó un golpe en el rechace. Eso sí, el no soltó el balón. No estaba la cosa para bromas.
Ya no habría más sobresaltos. El partido fue avanzando hasta que terminamos por respirar aliviados. Toda la semana hablando desde los medios sobre la posiblidad de que Simeone pusiera un equipo plagado de no habituales y una vez más sorprendió a todos, siendo fiel a sí mismo y asegurando virtualmente la segunda plaza en la clasificación.
Y por fin, nos encontramos ante una final más, de las varias que ha disputado este equipo desde la llegada de Simeone. Ese al que están esperando a la vuelta de la esquina ante el más mínimo desliz. Ese que es defensivo y no juega a nada ha llevado, pero que ha llevado a su equipo a disputar otra final. Con la sensación de que, después de los varapalos vividos en otras y su capacidad para haberse sobrepuesto a todas las dificultades, a estas alturas ya no existe el miedo.