
Foto: Atlético de Madrid
Anoche no pude evitar acordarme de aquella remontada ante el Betis que hace apenas unos días cumplió 34 años y que tuvo a Arteche como principal artífice, marcando dos goles en los últimos minutos bajo una lluvia torrencial y saliendo en camilla lesionado con el puño en alto tras conseguir el 4-3 en el descuento. 34 años después, un tipo que perfectamente podría ser la reencarnación de Arteche conseguía culminar otra remontada épica, lesionado desde 20 minutos antes y marcando el famoso gol del cojo, tan habitual en el fúbol de postguerra, cuando no se podían hacer cambios.

Jugadores como Godín y Arteche son patrimonio del fútbol. Del de verdad. Del de los campos embarrados, que más parecen trincheras que terrenos de juego. De los que nacieron con un brazalete de capitán enrollado en el brazo. De esos que forman parte del escudo de un club. Porque si Arteche forma parte de las rayas rojas y blancas, Godín es una de las estrellas. O más de una. Ellos nunca harán lambretas, colas de vaca o rabonas, pero se partirán la cara por el compañero y se echarán al equipo y a la afición a la espalda cuando la cosa pinte más fea, como en aquel Calderón a puerta cerrada contra el Celtic. O en aquella semifinal de Recopa en Uerdingen. O, como no, en aquel Camp Nou en mayo de 2014.
Tipos como éstos siempre serán eternos, por encima de la edad que tengan, de las batallas que ya lleven a sus espaldas o de si están mejor o peor. Pónganme a tíos así siempre en el once. Cuando ellos están, nunca hay nada que temer.
Antes de esa apoteosis culminada por Godín, El Atleti se sobrepuso a todas las circunstancias que se pueden dar antes y durante los noventa y tantos minutos de un partido tan raro como este. Y lo hizo con las armas, la identidad y el carácter que lo caracterizan. Empujado por Thomas, Rodri y Saúl. Por encima de un arbitraje chulesco y lamentable, que permitió que el segundo gol de Williams subiera al marcador e intentando que el 3-2 no lo hiciera cuando Raúl García se encontraba casi en la línea de fondo. Gracias a Dios, cualquier tiempo pasado no siempre es mejor, y el VAR hace que el fútbol sea hoy un poco más justo las veces que se quiere aplicar, que no siempre ha sido así, y a los ejemplos del Bernabéu y Villarreal me remito…
Y al final, esa montonera de jugadores rojiblancos asfixiando a Godín resume lo que es y ha sido este equipo siempre. Esfuerzo y pertenencia. Coraje y corazón…
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