Foto: Atlético de Madrid
La suficiencia con la que se ha certificado el pase a octavos de la Champions, ante un Mónaco que a la media hora ya había enseñado la bandera blanca, no debe incitar a pensar que meterse en las rondas finales de esta competición es pan comido. Recordemos el año pasado, sin ir más lejos, o bien años no tan lejanos en los que llegar a la fase de grupos ya era todo un éxito.

Incluso, unas horas después, el Atleti acababa la quinta jornada de esta fase encaramado al liderato del grupo y dependiendo de sí mismo para acabar así, por delante de un Borussia que no pasó del 0-0 ante el Brujas. Todo lo que hace un mes era el advenimiento de la apocalipsis tras el 4-0 sufrido en Dortmund, hoy es estar primeros de grupo en Champions, clasificados ya para octavos y terceros en Liga a solamente dos puntos del primero. Una vez más, los histéricos y agoreros en la cueva esa que a algunos les gusta tanto.
El partido no tuvo mucha historia más allá de esos primeros 30 minutos. El Mónaco presentó unas credenciales inmensamente pobres y acordes con su situación institucional y deportiva actual. Al minuto de empezar ya se habían metido un gol y cada internada rojiblanca en el área era como sacudir un flan. Una vez encarrilado el partido con el segundo gol, en una jugada en que Correa y Griezmann hicieron lo que quisieron con la defensa monegasca, no tuvo sentido apretar más. El único interés quedó en la vuelta de Falcao desde el banquillo, que tuvo tiempo de disparar a las manos de Oblak en un remate dentro del área a la media vuelta y de colaborar, como amigo que es, a que los últimos minutos del partido fueran más plácidos si cabe, después de fallar un penalti por una mano totalmente involuntaria de Savic, que además fue expulsado. El tema de las manos dentro del área es inagotable…
Queda únicamente rematar en Brujas el pase como primeros de grupo y olvidarnos de esta competición hasta febrero-marzo, que es cuando se partirá el bacalao. Mientras tanto, disfrutemos del viaje. El Girona espera.
