Contracrónica: «Cuando más intenten dividirnos…»

Se veía venir. La resaca de lo vivido en Turín ha sacado a la luz todos los problemas internos que se están viviendo esta temporada y ha puesto en evidencia la ya archicomentada falta de liderazgo en un vestuario en el que el cuerpo técnico va por un lado y los jugadores parecen ir por otro. 

No creo que las palabras de Simeone en la rueda de prensa previa al partido fueran casuales, más allá de que estuvieran más o menos acertadas. Me parece que estuvo acertado en su defensa del Profe Ortega. Independientemente de que este año algo esté fallando claramente en la preparación física de los jugadores, no puedes ponerle a los pies de los caballos, máxime cuando se está convirtiendo en un deporte de moda sacudirle por todos los lados. Estoy seguro de que los problemas se hablan internamente y el Cholo no es tan tonto como para ignorar las más de 40 lesiones producidas esta temporada y el dudoso estado físico de la inmensa mayoría de la plantilla, que me temo, se va a ver agravado por la falta de objetivos en los dos meses que quedan para acabar este ejercicio. No creo que sea un dato baladí, el que el Atleti siempre haya tenido problemas en este sentido en los años impares, léase años de Mundial o Eurocopa.

También tengo claro que tanto esas palabras en defensa del Profe como el señalamiento indirecto y público a tres jugadores que no le hablaban tras la final de la Europa League que se ganó en mayo al Olympique de Marsella no han tenido que sentar nada bien en el seno de la plantilla, ya que no hay que ser muy listo para recurrir a los datos de los jugadores de más o menos peso específico que no jugaron un solo minuto de dicha final. Por supuesto, no voy a entrar en los motivos del posible desencuentro de Simeone con su plantilla, porque obviamente los desconozco. Para eso están los notarios de la realidad, que van a bombardearnos en estos meses con mil teorías.

Dicho esto, el partido de San Mamés fue una repetición de los males del equipo cada vez que juega fuera del Metropolitano. Incapacidad para generar juego, falta de movilidad, juego totalmente previsible y ausencia de llegadas al área rival, a lo que hay que añadir terribles fallos de concentración como el que originó el primer gol. También fue una repetición de lo que estamos viendo en toda la temporada en cuanto a arbitrajes chuscos y canallescos con dos penaltis con 0-0, que si se ven repetidos resultan clarísimos para todos menos para ese grupo de amigos que se reúnen en una cosa llamada VAR. El hecho de que se esté jugando mal y que el equipo carezca de alma no debe hacernos desdeñar los arbitrajes y los errores sufridos en multitud de ejemplos, como los partidos ante el Madrid, tanto en la primera como la segunda vuelta, la mano de Vidal en el Metropolitano, el penalti a Morata en el Villamarín o el intento de atraco a mano a armada precisamente ante el Athletic en el Metropolitano, en el que los árbitros no tuvieron más remedio que claudicar, al no poder meter mano a través del famoso concepto de la interpretación. Ello sin hablar de lo vivido en Turín con Kuipers y del gol anulado a Morata, teatro mediante de Chiellini. Veo una tendencia a desdeñar el factor arbitral dentro del propio universo Atleti por el hecho de que se está jugando muy mal. Efectivamente, el equipo es de todo menos consistente, pero no debemos caer en el quijotismo en el que estamos muy acostumbrados a caer y obviar dicho factor arbitral, como no lo harían nunca otros por muy mal que estén…

Vuelvo a repetir lo mismo que dije tras el desastre de Turín y a recordar nuevamente las palabras de Torres en su despedida, aunque me temo que de nada va a servir: «cuando más intenten dividirnos desde fuera, más tenemos que pensar en este momento en el que todos somos uno». Lamentablemente, los primeros en olvidarlo somos nosotros mismos.