Dicen que allá por el año 49 a.c., Julio César se encontraba con sus tropas ante el río Rubicón, en el nordeste de la península itálica y que en aquella época servía de frontera entre las provincias de Italia y la Galia Cisalpina, de la cual era gobernador. Cruzarlo suponía vulnerar la legalidad vigente, según la cual los generales no podían cruzarlo en armas, y provocar una guerra civil en Roma .contra Pompeyo. No hacerlo suponía renunciar a ser uno de los estrategas y uno de los personajes más brillantes de la Historia. «Alea iacta est», «la suerte está echada», dijo, y cruzó el río. Efectivamente provocó una guerra civil, pero una vez conseguido el poder Roma empezó a escribir unas de las páginas más brillantes de su existencia.

Hoy Simeone y sus tropas se encuentran ante su Rubicón particular una vez más. Después de finiquitar el partido ante la U.D. Las Palmas en 15 minutos, con un Gameiro estelar y una pegada colosal, nuestras cabezas viajaron a las orillas de ese famoso río y allí nos encontramos ahora. Velando armas. Repasando mentalmente lo que puede pasar allí en unos días. Da igual si jugamos sin lateral derecho, sin Carrasco o con los juveniles. Eso es lo que menos importa. Lo que importa son las lágrimas derramadas en Lisboa, en Milán… la gente rota, hundida, las ganas de despertar de esa pesadilla. No puede volver a pasar. Ni el Cholo ni está plantilla van a permitir que ocurra otra vez. Ellos terminarán lo que empezaron hace cinco años, ante quizá la última oportunidad que se le ofrece a esta generación de futbolistas, la mejor de toda la historia colchonera. Juegue quien juegue. Salga quien salga.
Disculpen que está contracrónica haya dedicado una línea al partido de hoy. La sensación de ver que ha llegado la hora lo puede todo. Por eso, crucémoslo de una vez, por todos los dioses. Todos juntos. «Alea iacta est’.
