Contracrónica: «Creer»

El Atlético cayó ante el Sevilla, pero solo queda creer. A pesar de malos momentos y de arbitrajes tendenciosos, yo sí creo.

Sevilla Atlético

Hace 15 días, desde estas mismas líneas y después del último partido liguero ante el Alavés, se alertaba sobre ciertas actitudes arbitrales sospechosas y que recordaban a aquellas de hace 40 años por estas mismas fechas a cargo de Álvarez Margüenda y otros. Anoche el Atleti salía derrotado del Sánchez Pizjuán merced a un gol que no debió haber subido nunca al marcador por una mano previa de Ocampos en el inicio de la jugada que acabó con el remate de Acuña a la red. Tan simple como eso y como que Diego Carlos no vio la segunda tarjeta amarilla tras cortar también con la mano un pase de Correa que dejaba solo a Suárez en el mano a mano con Bono. Eso sin contar las dos amarillas de chiste que impiden al propio Suárez y a Llorente jugar el próximo partido ante el Betis.




A partir de ahí hacemos todos los análisis futbolísticos que nos dé la gana, porque efectivamente el Atleti no está bien desde hace varios partidos. Llega tarde a la presión, se hace un equipo demasiado largo en muchos momentos y, al contrario que en la primera vuelta, le cuesta un mundo crear juego y desplegar todas las posibilidades ofensivas que antes llevaban a pensar que en cualquier momento iba a llegar el gol.

La primera parte fue un monólogo del Sevilla, mitigado en parte por la entrada de Correa a la media hora por un cada vez más desafortunado Lodi en la inicial línea de 5 atrás. El brasileño no tiene nada que ver con el jugador de la temporada pasada, en la que cumplió con notable en el lateral izquierdo y se le adivinaba una progresión más que interesante en su segunda temporada si mejoraba defensivamente. A día de hoy es un jugador sin confianza. Ante la ausencia de Carrasco, Lodi tenía una gran oportunidad para reivindicarse, pero salió aún más señalado. El problema de Lodi, vale también para otros jugadores, incapaces de convertirse en recambios de garantías de los indiscutibles.

La segunda parte arrancó con una de las mejores jugadas de los rojiblancos que no pudo ser rematada por muy poco por Luis Suárez. El equipo mejoró notablemente en esa segunda mitad y el Sevilla iba claramente a menos. Faltaba un poco más de verticalidad y llegada, pero pintaba mucho mejor. Hasta que Gil Manzano y sus colaboradores necesarios del VAR decidieron dejar su sello particular, algo de lo que se hablará poco estos días por las razones que ya todos conocemos.




El futuro pinta complicado, no nos vamos a engañar. También se ha avisado desde muchos frentes (este incluido) cuando todo era color de rosa, que no iba a ser fácil. Las sensaciones que transmite el equipo no son las mejores, el equipo está teniendo bajas muy importantes, pero cero dramatismos. Cero histerismos. No tenemos una bola de cristal para adivinar el futuro, pero disfrutemos de donde estamos. Sigamos creyendo, con la mirada en el siguiente partido y nada más. A pesar de malos momentos y de arbitrajes tendenciosos, yo sí creo.

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