Contracrónica: «Revolcón»

Pues sí, fue un revolcón en toda regla. Podemos decir que se vieron cosas buenas, que hubo opciones de adelantarse en la primera parte, que Koke estuvo imperial, que Herrera hizo un buen partido o que no hubo complejos frente al campeón de Europa. Pero lo cierto es que cuando nos quisimos dar cuenta, el Bayern ganaba 2-0 con simplemente tres llegadas peligrosas. Esa es la diferencia real entre ellos y el 90% del resto de equipos en este momento. Los bávaros dieron una lección futbolística de enormes proporciones, y lo hizo a pesar de que los colchoneros fueron a buscarles desde el minuto 1 y gozó de llegadas al área de Neuer de mucho peligro. Pero mientras los nuestros disparaban con escopetas de perdigones, ellos iban cargados con bombas racimo.

«En un partido de Champions frente al campeón de Europa, no se puede ir con la pierna encogida a la confrontación»

A la media hora una defectuosa salida con el balón de Joao Félix, cándido como el día de la madre, fue recogido por Kimmich que cruzó a la espalda de un contemplativo Trippier para hacer el 1-0. No tardaron los locales en ver el agujero que había a la espalda del lateral inglés e insistieron una y otra vez por ahí oliendo la sangre. En cuanto al portugués, su primera parte fue la demostración de lo lejos que está aún de ser un jugador de talla mundial, por más que muchos se lo quieran hacer creer como arma arrojadiza contra Simeone. En un partido de Champions frente al campeón de Europa, no se puede ir con la pierna encogida a la confrontación. Ni tampoco puedes permitirte una primera parte tan intrascendente, más preocupado por el lucimiento personal en regates absurdos en el centro del campo.

Todavía faltaría recibir el segundo en otra pérdida absurda que desembocó en una contra fulgurante de los locales que no obstante, estuvo mal defendida. Llegó el descanso, con un 2-0 en contra y con la sensación de no saber cómo había sido.

«La escenificación de lo que se ha estado haciendo en un lado y en otro de año en año…»

La vuelta del vestuario trajo un Bayern ya buscando el contragolpe y un Atlético que lo siguió intentando, sin perder la cara al partido, pero que siguió evidenciando esa pérdida de colmillo que ido experimentando en los últimos años. Todo a consecuencia de la paulatina descapitalización de la plantilla, por más que se nos intente hacer ver lo contrario. Mientras que en 2016, el Atlético eliminaba a los bávaros brillantemente en semifinales y en la temporada siguiente quedaba por delante de ellos en la fase de grupos, esta vez la diferencia es abismal. La escenificación de lo que se ha estado haciendo en un lado y en otro de año en año…

Aún quedaban dos zarpazos locales más que, no obstante, no hicieron disminuir la actitud de los rojiblancos. El partido estaba perdido, pero el Atlético siguió empleándose con el fragor del que es capaz en estos instantes, no dejándose ir en ningún momento a pesar del resultado.

A día de hoy, el Atlético no está en disposición de plantar cara a este equipo. Dentro de unos meses, no sabemos, pero eso es lo que menos nos debe preocupar en este momento. En unos días vienen el Betis y el Salzburgo, ocasión perfecta para olvidarte de lo de anoche y aterrizar en lo que debe ser nuestra realidad, que es seguir avanzando. Todo lo demás, incluyendo la fanfarria exterior, no nos debe hacer desviar el foco.