19 abril, 2024

Contracrónica: «Fútbol y goles en los bolsillos»

CONTRACRÓNICA. El Atleti – Granada invita a la ilusión. Y es que a Joao Félix se le cae el fútbol de los bolsillos y a Luis Suárez, los goles.

Empieza una nueva temporada, apenas mes y medio después de aquellos cuartos de final de Champions League a deshoras ante el Leipzig que hoy parecen mucho más lejanos. Un comienzo marcado por la misma sombra del COVID que también marcó el final de la pasada temporada y que amenaza aún en el tiempo sin que acertemos aún a ver la luz entre tanta oscuridad. Un comienzo deslucido, casi intrascendente y escalonado que, por fin, otorgaba al Atleti. entre otros, el turno para arrancar en la tercera jornada ante un Granada en racha, que había ganado todos los partidos oficiales disputados hasta ahora. Se presentaba el líder en el Metropolitano, con la resaca del bombazo de la contratación de Luis Suárez, la única hasta el momento, después de un mes y pico de muchos rumores y poca chica.

Primera alineación del Cholo y primera declaración de intenciones: Correa, Carrasco, Joao Félix y Diego Costa, con Koke y Saúl como únicos centrocampistas puros. Suárez, como es lógico, empezaba en el banquillo. Arrancaba el partido y la declaración de intenciones se cumplía plenamente en el césped. Los colchoneros, a toque de corneta, atropellaron desde el primer segundo a su rival, que no sabía por dónde le venían. Se recuperó la presión asfixiante en campo contrario, la recuperación tras pérdida, el colmillo y la verticalidad en pocos y precisos toques hacia el área. Joao Félix, totalmente liberado como segundo punta, acaparó todo el juego en ataque, flanqueado por Carrasco y Correa en cada costado, y se echó el equipo a la espalda, continuando el recital que dio en aquellos 20 minutos ante el Leipzig que se quedaron en un espejismo. Lo de ayer no lo fue. Cada vez que cogía el balón pasaban cosas: controles orientados, regates imposibles, pases milimétricos… y Diego Costa siempre en el horizonte, conectando una y otra vez con él. En una de esas jugadas de presión tras pérdida, Correa, sutilmente y a bote pronto ponía el balón en la cabeza de Diego Costa, que remataría de manera brutal, como hacía tiempo que no se le veía, para hacer el 1-0. No llevábamos ni 10 minutos.

La cosa no paró ahí. Lejos de dar un paso atrás se buscaba el segundo gol, que parecía que iba a llegar tras un penalti cometido sobre el propio Joao en una de sus múltiples diabluras. Saúl erró el lanzamiento y por unos minutos aparecieron los viejos fantasmas de otros años por no cerrar un partido a tiempo. Fueron los peores minutos de los rojiblancos, recompuestos nuevamente poco antes de llegar al descanso.

Tras el mismo, nada más reiniciar, una jugada coral entre Koke, Carrasco, Costa y Joao, acabaría con una maravillosa asistencia a Correa, que entraba como alma que lleva al diablo al segundo palo, haciendo bueno el dicho de que el control es el padre del gol antes de cruzar para hacer el 2-0. A partir de ese momento, se desató la locura. Una vez encarrilado el partido, el Atleti no se conformó y se quiso quitar de golpe ese constante desencuentro con el gol. Otra maravilla entre Correa, Costa y Joao, acabó con una fantástica definición de éste después de tirar al suelo al defensa que iba a taparle y a nosotros que pensábamos que la iba a romper.

Con el 3-0, era el turno de otros. Entraron Llorente, Thomas y, por fin, el más deseado de la tarde, Luis Suárez, que no tardó mucho en destapar el tarro de las esencias. Primero asistiendo a Llorente para el 4-0, sin mirar y al primer toque y después, rematando un centro también de Llorente con un violento cabezazo que multiplicó por 5 la velocidad del balón para colarse en la escuadra contraria. Después, no solamente forzaría un penalti, anulado por el VAR y cerraría la goleada, sino que también ofreció un repertorio interminable de desmarques, como si llevara jugando aquí 50 partidos.

Al final, un comienzo que invita a la ilusión y que evidencia dos cosas: que a Joao Félix se le cae el fútbol de los bolsillos y a Luis Suárez, los goles. La mejor noticia para un equipo que últimamente echaba de menos lo uno y lo otro.

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