25 abril, 2024

Contracrónica: «El viento y los sueños…»

Por fin parecía que el viento de esta competición soplaba empujando las velas rojiblancas hacia el objetivo que la historia se había empeñado en negar. Tras aquella noche mágica de Anfield en vísperas de que esta maldita pandemia que estamos viviendo nos encerrara a todos en casa durante casi 3 eternos meses, el fantástico desempeño en los 11 partidos que quedaban de Liga hasta alcanzar la tercera plaza y conseguir un puesto Champions que parecía muy complicado a priori y, por último, unos rivales para cuartos y semifinales hipotéticamente no tan fuertes como el Liverpool en un sorteo desconocidamente benévolo por nuestros lares, el sueño colchonero de llegar a una nueva final y poder aspirar a levantar de una vez esa Copa de Europa parecía más cerca que nunca. Una vez más no ha sido así…

Quizá ese fue el error. Abandonar de una manera tan arrogante el mantra del partido a partido y dar por hecho que íbamos a eliminar al Leipzig e incluso al PSG no podía traernos nada bueno. Nunca nos ha favorecido aceptar el favoritismo. Mucho menos de manera tan exagerada. Desde hace más de un mes, tanto Cerezo, jugadores como masa social hemos hablado muy abiertamente de ganar una competición como esta. Hemos soñado a voz en grito. Lo hizo el Mono Burgos en el vídeo que anunciaba su despedida. Lo hicimos todos en algún momento… Ahora el golpe ha sido descomunal. La realidad nos ha despertado a bofetadas después de un partido mal planteado, mal desarrollado y peor finalizado. Si durante el reinicio liguero, el equipo había salido en cada partido sin complejos a por el rival de turno. Anoche ocurrió lo que ha ocurrido demasiadas veces antes del confinamiento. El Atleti salió a verlas venir y regaló la primera parte entera. Sin que el rival creara peligro, los rojiblancos renunciaron a llevar la iniciativa a ir a por el partido. La entrada de Héctor Herrera no aportaba más que una lentitud exasperante. Trippier estaba a años luz del lateral que ha sido tantas veces. Diego Costa llegaba siempre tarde en el choque ante un central inexperto de 21 años… Solamente Carrasco y Lodi generaban algo de peligro por la banda izquierda. Saúl y Koke tenían que bajar mucho a intentar sacar el balón y cuando intentaban subir la línea de presión el equipo se partía por la mitad ante la inoperancia de Herrera.

La segunda parte, más de lo mismo, hasta que los alemanes se adelantaron en el marcador tras una rápida combinación tras la enésima fractura en el medio del campo. En eso, entró Joao Félix y el partido cambió radicalmente. Se echó el equipo a la espalda y el Atleti empezó a parecerse al equipo que tendría que haber sido desde el minuto 1. El portugués dio al equipo lo que necesitaba: descaro, velocidad en la circulación y verticalidad. Una fantástica jugada iniciada y finalizada por él con la cabeza siempre arriba terminó con un derribo dentro del área que significaba el penalti que pensábamos iba a arreglar el desaguisado. El propio Joao, con determinación y carácter, transformaba la pena máxima que ponía las cosas otra vez en su sitio. O al menos eso pensábamos. Sin embargo, ese empuje se fue disipando con el paso de los minutos, el Atleti echó el freno pensando en la prórroga y dejó de buscar a Joao Félix. Las consecuencias ya las sabemos. Segundo gol del Leipzig en el minuto 88 y a casa. Toca hacer examen de conciencia y plantear la próxima temporada de la mejor manera posible dentro de la incertidumbre que permita la pandemia. Por experiencia, la histeria y el drama no van a ayudar. No van a faltar provocaciones para ello y sabemos de dónde van a venir. Aún así mucho caerán en ellas. Por supuesto, lo primero que hay que hacer es autocrítica, pero de ahí al harakiri hay un sinfín de tonalidad de colores. No lo olvidemos ahora que el viento ha dejado de soplar y nos hemos despertado de golpe sobresaltados. Piénsenlo mientras disfrutan como puedan de lo que queda de verano.

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