Contracrónica: «Dale, que algo cae…»

Poco antes de empezar la temporada 2016-2017, la que siguió a la final de Champions perdida en Milán, a Simeone le preguntaban en una entrevista sobre lo que supuso esa segunda final perdida ante el mismo rival y las dudas que en él mismo provocó tan duro golpe. El Cholo afirmó que la fórmula para continuar hacia adelante era insistir en la misma idea, y lo resumió en una frase: «Dale, dale, dale que algo cae». En esos momentos, pocos teníamos ganas de insistir. En ese mes de agosto que siguió al de mayo seguíamos sin fuerza y sin fe para seguir mirando hacia adelante.

Dos años después, tras ganar la Europa League en Lyon al Olympique de Marsella, Simeone recordó esas mismas palabras: «Dale, dale, dale, que algo cae…», a lo que añadió: «siempre». Ese siempre encerraba el alivio que daba volver a ganar otro título, haber sido capaz de levantarse por segunda vez de un golpe tan cruel. Nada de soluciones mágicas. Nada de tesis elaboradas ni de física cuántica. Solamente algo tan aparentemente simple como insistir. Cuando algo no sale como tú quieres, insistir.

Hace tan solo una semana, el Atleti se encontraba séptimo en la tabla, fuera de los puestos de Champions, lejos del primer puesto y adelantado por equipo como Real Sociedad, Sevilla o Getafe. No había sido capaz de hacerle un gol ni a la Juve ni al Barça ni al Villarreal, y no fue porque no se crearan situaciones de peligro suficientes para haberse llevado esos tres partidos. En otro momento años atrás, así habría sido. Ahora no lo era. En el momento en que se había cambiado casi toda la columna vertebral del equipo, la pelota no quería entrar y la ansiedad provocada por ello agravaba aún más el problema. A partir de ahí, faltó tiempo para que toda la fanfarria exterior señalara en una dirección. La misma de otras veces. El que hizo que el Atlético de Madrid mirara de tú a tú a los reyes del mambo. Parecía que esta vez iba a ser la definitiva. Incluso se estaba consiguiendo contaminar el ambiente dentro del Metropolitano contra Simeone.

Sin embargo, nadie contaba con el hecho de que la plantilla cree en lo que dice su entrenador y ha seguido insistiendo. Primero, solucionando el pase a octavos de Champions el miércoles ganando al Lokomotiv y después volviendo a dormir entre los cuatro primeros tras vencer a Osasuna en un partido en el que parecía que la pelota tampoco quería a entrar, sintiendo una magnética atracción por Sergio Herrera. Lo intentaron Saúl, Morata, Lemar, João Félix (que crece y crece cada día) y Thomas. Una y otra vez. Hubo que esperar hasta el minuto 67 para conseguir el ansiado premio del gol y respirar aliviados. Y el Atleti no paró ahí, siguió insistiendo y pocos minutos después Saúl hacía el segundo tras una gran combinación con Morata y Correa. Tampoco parecía suficiente y siguió la insistencia en busca de un tercer gol que a punto estuvo de caer. Finalmente, acababa el partido y Simeone corría con los puños en alto hacia el túnel de vestuarios. Todavía es pronto, pero ojo: lo está logrando otra vez. Jugadores nuevos, jóvenes, pero con una fe ciega en su entrenador y con la personalidad suficiente para no caer en trampas externas. Hace unas semanas el tiempo corría en contra. Tiene la pinta de que en breve va a correr a favor. «Dale, dale, dale, que algo cae… siempre».